Celestino, proviene del latín Caelestis y hace referencia a “celestial” o “del cielo”, y ese es el nombre del santo patrono de Barcelona, y por eso llamarse Celestino es un honor para los barceloneses. Eso es parte del amor, veneración y fervor religioso que sienten por la presencia del soldado romano, convertido en santo por la Iglesia Católica después de 1.500 años de muerto, cuando fue desenterrado y encontrado intactos su cara y esqueleto.
El cuerpo completo, declarado reliquia de primer grado, llegó a Barcelona, capital del estado Anzoátegui, el 8 de diciembre de 1777 y desde entonces es el patrono espiritual de la ciudad y es el más venerado de todos los santos que hay en el templo patrimonial.
¿Cómo llegó?
El papa Pío VI fue quien envió el cuerpo de san Celestino a Venezuela, después de sacarlo de las catacumbas de San Lorenzo, en Roma, Italia. Fue llevado a la ciudad de Génova, después al puerto de Cádiz, luego a San Juan de Puerto Rico y finalmente a Barcelona, a las playas de Maurica.
El actual sacristán de la principal iglesia de la diócesis de Barcelona, Rafael Ramos, recuerda que se reseñó la llegada del santo como un acontecimiento histórico. “Esa celebración para recibir a san Celestino fue con los patronos, san Cristóbal y santa Eulalia, y los reciben en las riberas del Neverí, en lo que es hoy el puente Bolívar”, describió.
Explicó que se hizo en una embarcación más pequeña, porque el barco que lo transportó desde Puerto Rico era muy grande y fue recibido por autoridades civiles, militares y religiosas. Los documentos de la Iglesia revelan que lo llevaron en procesión hasta la catedral, que recibía esas reliquias del papa Pío VI como regalo por haber sido la primera iglesia consagrada en Latinoamérica.
La devoción
Desde hace 247 años, devotos de Barcelona y otros estados lo honran en la capilla dedicada al santo en la catedral, donde ha recibido miles de ofrendas en agradecimiento a favores concedidos.
De esas manifestaciones de fe, Ramos recuerda cómo los estudiantes escribían en las paredes de la capilla para pedir su intervención, escritos que ocuparon unos 4 metros de extensión.
“Esa historia bonita” con los barceloneses comienza cuando llega el cuerpo del mártir, “quien estaba al servicio del Imperio romano, pero cuando conoce a Cristo se convierte, cambia y no le importa padecer sufrimientos terribles”.
Recuerda referencias históricas las cuales revelan que san Celestino murió desangrado, después de haber sido torturado en una celda, el mismo día y a la misma hora que 250 años antes lo había hecho Cristo. Quienes acuden a la catedral, lo primero que hacen es preguntar dónde está san Celestino. “Vienen de otros estados incluso de otros países. Son familias que viven en el exterior y han venido a pagar promesas”.
Ramos afirma que a diario ve a muchos fieles que llegan para expresar agradecimiento y cariño especial al también llamado defensor de la verdad y soldado de cristo. Confirma que el culto al santo mártir está arraigado en el barcelonés, y que su relicario forma parte de los atractivos históricos, religiosos y turísticos de Barcelona.
La catedral, convertida en santuario de san Celestino, es visitada todos los días por quienes agradecen y piden favores al patrono, delante de su cuerpo que permanece incorruptible, expuesto en una urna de vidrio y madera, construida en Roma al estilo barroco.
Las leyendas
Barcelona, ciudad colonial, también es portadora de leyendas en torno al soldado de Cristo, alimentando el atractivo que significa tener en la catedral el cuerpo completo de un santo. La más famosa refiere que san Celestino movió una rodilla y ese día tembló, aunque pocos precisan la fecha, afirman que fue en el año 1967, cuando un terremoto azotó a Caracas con repercusión en las regiones.
Otro de los mitos es que el cuerpo de su patrono no puede salir de la iglesia, sin su consentimiento, porque “habrá conflictos y peleas, porque él era un soldado”, así se lo dijo a María Hernández su abuela. También se ha tejido la historia de que al soldado romano se le ve protegiendo la catedral por las calles Maturín, Bolívar y Juncal, en Barcelona. El administrador parroquial de la catedral, presbítero Eloy García, señala que la devoción por san Celestino ha pasado de generación en generación y hoy recobra gran importancia.
“Eso ha quedado en el corazón de toda la feligresía, tanto nativa de Barcelona como de otros pueblos del Oriente”.
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