De San Remo a Caracas


Con las ideas que desde estas páginas comparto, no pretendo cambiar de oficio y menos aún dejar sin trabajo a los periodistas que cubren el área deportiva, específicamente los que trabajan con el fútbol.

A ese respecto recuerdo que mi padre una vez, y desde este mismo diario, escribió en las cercanías de un mundial de fútbol, ofreciendo vaticinios.

Al día siguiente un gran amigo que dirigía las páginas deportivas se acercó a mi casa para tímidamente pedir que le explicara a mi padre que ellos lo admiraban, pero el fútbol no era lo de DAR.

Nunca se lo dije a mi padre a sabiendas de que hasta un nuevo mundial no volvería a tocar el tema. Bien: como muchos venezolanos me entusiasmé con los miembros de la Vinotinto y llegué a creer que Canadá, privado de su estrella, sería “pan comido”.

¡No fue así, pero queda la actuación del plantel nacional que, a mi modesto e ignaro juicio, fue extraordinaria!

Sin embargo, “algo nos faltó” y como siempre Venezuela quedó “cerca, pero eliminada”.

Así que entrando en el tema vuelvo con los venezolanos. En el beisbol somos cuna de muy buenos atajadores y peloteros. Pero aun cuando hay sinergia entre algunos equipos de Grandes Ligas y jugadores venezolanos, mi eterno “ritornelo”, más que recursos y buenos entrenadores, en el caso del beisbol y del fútbol, faltan instituciones.

Instituciones atentas con los abusos y capaces de esbozar planes de crecimiento. Instituciones que interactúen con el Estado, con los privados y con otras federaciones deportivas.

Concedo que escribirlo es fácil, pero llevar estas metas a la práctica seguro que no lo es; no obstante, hay que hacerlo.

Por ejemplo: el Estado aún con las finanzas mermadas por las sanciones puede premiar la excelencia futbolística, vía reducción de impuestos.

En los municipios que tienen terrenos vacíos, las cámaras municipales pueden facilitar terrenos yermos y sin proyecto para construir infraestructuras donde se pueda practicar fútbol a precio módico.

Los estados tienen espacio en materia de formación de árbitros, que siempre es importante.

Las líneas aéreas pueden aligerar costos, trasladando jugadores que participan en torneos internacionales.

Y así, sin usar la ley contra el odio y otras similares, quien quita que en pocos años Venezuela sea una potencia futbolística para taparles la bocota al chileno y al mexicano que dudaban de la Vinotinto.


ultimasnoticias.com.ve

Ver fuente