Josef Martínez se ha convertido en uno de los futbolistas nómadas del fútbol venezolano. Ahora se conoce que está en Canadá, en el Montreal FC, para completar así el sexto país en su recorrido por la geografía universal. No han llegado detalles de las razones de los saltos del jugador nacido en Valencia, pero con pocos días de distancia lo vemos cambiar de camiseta y de nación.
Con sus destrezas, con sus habilidades desarrolladas debido a su pequeña estatura, Josef ha ido sembrando goles dondequiera que ha ido. De Venezuela y sus actuaciones deslumbrantes con el Caracas llegó al Young Boys de Suiza, pasó al TC Thon del mismo país, fue a Italia para jugar para el Torino, a Estados Unidos con el Atlanta United, el Internacional de Miami y ahora, apuntando más al norte, a la ciudad canadiense en la que el francés es el lenguaje predominante…
Ha tenido el venezolano todo el bagaje para ser un crack. Ha gustado en cada plaza, ha sido artillero indiscutible, pero apartando sus años con el Atlanta ha vivido en el sube y baja con el que el fútbol suele castigar a muchos de sus jugadores. En Suiza como en Italia ha sido así: hoy gran jugador, mañana al banco.
Llegó a Estados Unidos en el 2017 y fue elegido como integrante del equipo ideal, para que en el 2018 fuera rey goleador y Más Valioso de la Major League Soccer. Todo este auge con el Atlanta United hasta llegar al equipo de Miami, donde su estrella se fue apagando, no obstante haber hecho dupla con Lionel Messi. Ahí no fue tomado en cuenta por los medios, iluminados como estaban con el astro argentino.
Habrá que esperar por su vida en las canchas de Canadá y no pensar que Josef Martínez, quien cumplirá el próximo mayo treinta y un años de edad, ha comenzado a deslizarse por el tobogán de la caída…
El fin de semana pasado y mientras hacíamos la cola para entrar al cine, un muchacho delante de nosotros, listo también para traspasar la puerta oscura de la sala, nos puso a pensar. Llevaba en su torso una camisa de la selección argentina con el número 10 en la espalda. Pero no era el 10 de Messi; no, era el 10 de Diego Armando Maradona. Y eso decía en su camiseta: “Maradona”.
Nos llamó la atención porque nos vino a la memoria el culto por el gran jugador, el trato que le ha dado en todo este tiempo su país a un ídolo diferente, que fue más allá del fútbol para enraizarse en el alma popular y no solo por sus orígenes humildes y su llegada a la cúspide, sino por haber sido, simbólicamente y por su hazaña en el Mundial de México 86 en el partido contra los ingleses, emblema de la rabia argentina en la lucha por las Islas Malvinas.
Nos vemos por ahí.
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