Pensar que todo comenzó desde niño, cuando Dimas González quería ser cantante, pero el miedo escénico no se lo permitía. Que el ver a dos personas que estaban actuando en una calle larense lo encaminó para aprender a ser otro, para poder conectarse mejor con los demás, “vencer el miedo y para poder enamorar a la chica que todos los demás enamoraban y a la que no me atrevía ni a hablarle”.
Medio siglo después trabaja para seguir girando su unipersonal Réquiem con una sonrisa, basado en la vida y muerte del poeta y dramaturgo Federico García Lorca.
—¿Cuándo surgió la idea del monólogo sobre Lorca?
—Lorca ha sido para mí una obsesión desde hace muchos años, pero tal vez fue durante la última década cuando fui afinando y profundizando sobre Lorca y sus personajes, obras y poesía. Todo esto se terminó de definir como un monólogo mejorable en el tiempo, porque creo que el teatro es perfectible. Y se convirtió en un monólogo a raíz de la soledad que viví fuera de Venezuela entre México y España. Se fue incubando la idea de escribir y construir un monólogo para expresar lo que quería decir a través de Lorca.
—¿Qué características reúne Lorca?
—Me gusta el teatro clásico, el teatro de texto, me gusta meterme con las grandes pasiones del ser humano y Lorca es para nosotros los hispanoparlantes ese gran trágico español, ese hombre que se destaca en su manera de escribir, de meterse no con reyes, príncipes y reinas, sino con personajes populares, abandonados, maltratados y tocar a través de ellos las grandes pasiones del ser humano, me parece una genialidad este autor. Así que por eso Lorca.
—¿Qué le costó a la hora de escribir este trabajo?
—Más bien me costó dejar por fuera muchas cosas que Lorca plantea en sus obras, la cantidad de personajes y su poesía, pero podría decirte que tal vez el afecto que le tengo a Doña Rosita la soltera, tal vez por la cercanía que tiene que ver con ese ser que vive de la esperanza. En general, de esa infinidad de textos en sus otras obras. Son esa intimidad en sus textos, donde permanentemente está haciendo una reflexión sobre la conducta y la existencia del ser humano.
—¿Hay otros grandes clásicos en camino?
—Ahora estoy en una disyuntiva entre el gran clásico noruego Henrik Ibsen y el inglés William Shakespeare. Entre ellos dos tengo que elegir para construir mi segundo monólogo, que si la vida me da la oportunidad pues van a ser cinco.
—Actuar es difícil…
—El trabajo del actor es algo permanente y consciente. Un actor debe estar entrenando constantemente y memorizar textos. Es como un cantante profesional que puede memorizar unas 300 canciones y lo sé, porque lo he preguntado. Un bailarín seguro que sabe muchas coreografías. Fe es el deseo de que algo suceda, voluntad es hacer que ese algo suceda, como cuando actúas.
Actualizarse
“El mundo de la actuación es como la tecnología celular que año a año cambia, se actualiza. Creo que nosotros en muchas ocasiones seguimos utilizando herramientas y metodologías que de alguna manera se han quedado atrás. Creo que hay que renovarse. Antes se hacía una actuación mucho más representacional. En las actuaciones contemporáneas se hacen presentaciones, se produce una transformación desde adentro que le permite una actuación mucho más auténtica y mucho más verdadera con el espectador. Soy profesor actoral y quiero transmitir mis años de experiencia, pero sabes: todo aquel que siente la necesidad de enseñar, en el fondo lo que tiene es una gran necesidad de aprender. Al actuar tenemos miedo a lo desconocido y una vez que lo conocemos, ya empezamos a perderle el miedo.”


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