Orángel Millán (1949) es uno de esos portadores de conocimientos ancestrales que no se postran en la magnificencia de su sabiduría, sino que a sus 75 años es capaz de emprender un viaje de 324 kilómetros, que es lo que media por carretera entre Puerto La Cruz y Caracas, para contarnos qué está pasando con la décima al norte del estado Anzoátegui.
No solo es la tradición cultural con reminiscencia poéticas y musicales que identifica al oriente del país con sus galerones, sus fulías, sus gaitas margariteñas; es, sobre todo, una manera de expresar las costumbres y de extender la memoria, gracias a la gente que como él, se constituye en cultores y memoriosos que van recopilando un anecdotario personal para entender en toda su magnitud la venezolanidad.
Escritor, poeta e investigador cultural desde sus estudios en bachillerato y universitarios, es un defensor del país con sus crónicas, notas, relatos y poesía, publicadas en revistas, papeles literarios y libros editados en Venezuela y el exterior, puesto que vivió en Centroamérica entre 2007 y 2016, evidenciando su interés por los procesos políticos acontecidos en Latinoamérica y el Caribe.
Ahora que está próxima la cuarta edición del Festival Mundial Viva Venezuela entre los estados Anzoátegui, Sucre, Monagas y Nueva Esparta, del 19 al 22 de septiembre, Millán se pregunta, y nos responde, cuál es la función de las décimas en esta época transversalizada por lo digital: impactar hasta en quienes no están interesados en la poesía.
“Estamos impulsando el desarrollo de escuelas para la formación de niños que obviamente deben tener dominio del ejercicio de la décima, porque todo galeronista debe conocer cómo se elabora la décima para cantarla en galerón, en gaita margariteña e inclusive, en algunos aires tipo joropo y estribillo, y la fulía”.
Docente universitario a tiempo parcial y jubilado de Pdvsa, Orángel Millán ha escrito tres libros, inéditos, que hablan de su vocación de curioso: Hombre de copa y mesa (narración autobiográfica), Puerto La Cruz Nuestra (crónicas y poemas) y Musigráficas portocruzanas con crónicas y notas sobre los artistas y músicos de la ciudad.
Su empeño pica y se extiende: en Lechería, la escuela José “Chabé” Vásquez, dirigida por la profesora Elia Josefina Matute; y en Puerto La Cruz, la escuela Pablo Velásquez cuyo mentor fundamental es el galeronista Freddy Henríquez “El Canciller”, son epicentros de la formación de las nuevas generaciones en el arte de las tradiciones orientales, acompañados por los más distinguidos decimistas y músicos anzoatiguenses.
Su humildad se trasluce al declararse “decimista novel”, aprendiz de maestros como los que aloja el Swing musical Anzoátegui, un grupo de whatsapp que reúne en un solo territorio, en este caso virtual, a los más importantes músicos, poetas, cultores, locutores, decimistas, artistas e investigadores que giran sobre la órbita encantada de la décima.
Nos refiere Millán que José Elías “Chelías” Villarroel, decano del folklore oriental margariteño, dice que las décimas en galerón pasan por la historia, la naturaleza, la Virgen del Valle, el mar, las alegrías, las tristezas, los amores y desamores.
Es una relación indisoluble entre la cotidianidad y las causas homéricas de un pueblo que se ríe y llora saboreando la poesía y el salitre.
Diez versos
Millán pone el acento en una curiosidad: el hecho de que la décima sigue viva en América y no en España, de donde se origina.
“No hay que olvidar que es producto del sincretismo cultural generado por el mestizaje que tuvo lugar en los territorios hispanoamericanos.
Las décimas en Hispanoamérica, sus versos y su forma de ser cantadas, son un auténtico producto local que nace de un sincretismo entre la tradición española, los cantos de labor de los esclavos africanos y la cultura indígena”.
Aquí y allá, es una estrofa formada por diez versos octosilábicos con rima consonante.
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