“La educación es un acto de amor
y por lo tanto, de coraje” Paulo Freire
Hace días revisaba Instagram y me salieron unas “recomendaciones” de Threads.
Confieso que casi nunca entro a esta red social, pero esa noche lo hice.
Entonces, me tropecé con una dinámica parecida a X (Twitter) pero con temáticas distintas.
Supuse que el algoritmo de mi X responde a cosas más informativas o políticas mientras que el de Threads se asemeja al de Instagram.
Lo que me muestra Instagram es bastante predecible: gatos, alimentación saludable (o no tanto), ejercicios, libros, películas, música, temas vinculados a la mujer, etc.
En Threads, revise unas 5 publicaciones de desconocidas que giraban en torno a estos temas y obviamente caí en algo que intento evitar pero nunca lo logro: revisar los comentarios.
Intento evitarlo porque en muchas ocasiones solo encuentras un desfile de lo peor del ser humano y uno anhela que sean boots pero al ingresar a sus perfiles notas que no.
El primer post, y probablemente el que más me enganchó, era una chama diciendo que habia cumplido 35 años, aún no tenía hijos, no sabía si los quería, tenía mucho miedo de no conseguir descifrarlo a tiempo y se preguntaba si a alguien más le habría pasado eso.
Entre las respuestas, la gente le decía que cuál era el debate si ya era tremenda vieja, no tenía reserva ovárica, se le pasó el tren, no podría jugar con ellos o se convertiría en una patética mujer de 50 años criando aún (como si los papás no criaran por siempre), etc.
En el segundo, una caraja posteaba un par de fotografías en el gimnasio para evidenciar su antes y su después físico con su respectivo mensaje motivacional.
En las reacciones abundaban los: te ves igual, no noto la diferencia, lo único que cambia es tu ropa, lo distinto es la pared del fondo, algo estás haciendo mal, bla, bla, bla.
Cuando alguien intentaba que “los comentaristas” no fuesen tan absurdos, crueles o prejuiciosos, ellos respondían: si no quieren que les digan cosas entonces “no se expongan” o: “a las mujeres así” les encanta que les digan cosas, “tienen esa necesidad”.
Yo pregunto: ¿Por qué unos se pueden “exponer” y otros no? ¿Por qué ciertos temas si pero otros no? ¿Por qué algunos si pueden hablar de esos temas pero el resto no? ¿No tienen casi todos una necesidad de mostrar algo?
Si en efecto alguien tiene la necesidad de exponerse ¿no creen que sea buscando algún estimulo positivo y no mensajes tan repugnantes?
Pareciera, además, que todo lo que se sale de lo establecido es susceptible de generar hate (odio):
Personas con cuerpos, preferencias sexuales, formas de expresarse o de vivir no normativas, lo que ya incluye incluso algo tan básico como llegar a tal o cual edad sin hijos o ir al gimnasio pero no parecer ni anoréxica ni fisicoculturista.
Raquel García Trigueros, directora de Contenidos y Marketing de Freeda, explica que los factores que actúan como “disparadores” de ese tipo de reacciones suelen ser la raza, la procedencia, el género, la orientación sexual y la religión.
Pero actualmente existen puntualmente tres temáticas en las que el odio en redes sociales parece centrarse:
“La primera es el cuerpo femenino, que se convierte en blanco de haters cuando se sale de lo establecido, cuando, por ejemplo, la mujer no se adapta al canon de delgadez o decide no depilarse. El segundo motivo de odio hacia la mujer en redes vendría por su raza o etnia y el tercero sería el de pertenecer al colectivo LGTBIQ+”, explica.
La experta también hace referencia a la creciente deshumanización y la falta de empatía que estamos experimentando en muchos aspectos de la vida:
“Creemos que Internet y las redes pueden convertirse en un caldo de cultivo del odio, que puede acarrear grandes consecuencias si olvidamos que detrás de cada pantalla hay una persona con sentimientos, inseguridades o batallas”, concluye Raquel.
A eso me refiero: Quizás el pánico de la chama de 35 sea real, se sienta en una encrucijada, en un punto dónde “debe” decidir pero no quiere o no sabe, atormentada o ansiosa por el mañana, conviviendo con esa sensación de “tal vez me arrepienta de esta decisión”.
Probablemente la chama del gimnasio esté haciendo un esfuerzo sobrenatural para ser constante en su entrenamiento, haya batallado con su peso más de una vez, tal vez tenga o venga de superar un TCA (Trastornos de Conducta Alimentaria), quizás su autoestima anda en el suelo y buscaba recogerla mediante ese post, aunque no fuese la vía idónea para hacerlo.
Me refiero a que nadie sabe que cruces carga el otro y, aunque ese otro sea un perfecto desconocido, deberíamos ser más amables. Lo mismo aplica a la gente que escribe supuestas “red flag” donde solo exponen sus propios prejuicios.
El tercer post de ese día iba sobre eso. “Red flag”: que un tipo de tal edad aún viva con su mamá. Lo entiendo, en serio, pero esa generalidad me hace ruido. Digo ¿y si su mamá es viuda, está enferma, no tienen más dinero, etc? En ese caso, tal vez deberíamos cambiar la bandera roja a: huye de un tipo que maltrate a su madre ¿no?
En fin, debemos volverlo a intentar, como diria Freire: necesitamos educar para el amor.
Por: Jessica Dos Santos / Instagram: Jessidossantos13
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