Como si fuera una serie de Netflix, la nueva temporada de la serie de intentonas de magnicidio y golpes de Estado en Venezuela involucra bandas criminales paramilitarizadas, contactadas por mercenarios de distintas nacionalidades, cuyo vínculo en común son damas de compañía, mientras los voceros comunicacionales usan la estrategia de desgaste psicológico a través de cuentas regresivas y guiones mal leídos por los actores de turno, Erick Prince e Iván Simonovis.
Previo a este episodio, una mujer que en su vida ha estado más de dos horas fuera del aire acondicionado ha sido inflada por los medios internacionales al status de gran maestra del ajedrez político.
A esta heroína de la extrema derecha, pro-israelíta y pro-mileísta, le dieron oxígeno desde el exterior una serie de hackers de Anonnymous que se autoatribuyeron los ataques al CNE el día de las elecciones y el sabotaje a más de 325 páginas institucionales de Venezuela.
Por si eso fuera poco, el magnate Elon Musk, nombrado el hombre más rico del mundo en 2021, promotor de la ideología de la ultraderecha autodenominada libertaria, ha manifestado su interés por poner las riquezas naturales de Venezuela al servicio de sus empresas y para ello apoya a la dama heroica diseñada por las grandilocuentes notas de prensa de las agencias internacionales de noticia.
Desde las redes sociales y plataformas como youtube, los algoritmos que imponen lo que se ve y no se ve en esos medios, evidencian una marcada orientación a favorecer los contenidos contrarios al Gobierno de izquierda de Venezuela.
Simultáneamente, cientos de youtubers, tiktokers e influencers latinoamericanos hacen de cualquier rumor una noticia contra “Maduro”, en redes se viralizan videos donde algunos de ellos son estimulados a echarle leña a la candela y para ello reciben sus incentivos en Paypal.
La escena luce bien montada, escandalosos titulares en rojo destacan en youtube contra Venezuela, el despliegue propagandístico es total, muchos creen en esa corriente aunque la realidad sea distinta.
Y es que así conciben la política los estrategas propagandistas de EEUU, convencidos que un guion cinematográfico tiene más capacidad de influencia en el gran público que un buen libro de historia, el espectáculo está servido para quienes deseen consumirlo.
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