Pasamos aproximadamente más de 12 horas diarias frente a pantallas. 8 horas interactuando con el celular, al menos 2 horas frente al televisor y otras 2 horas ante el computador. Casi la mitad de tus 24 horas las pasas así. ¿Qué consecuencias tiene esta exposición para nuestra mente?
Investigaciones recientes han comenzado a identificar cambios significativos en nuestros procesos cognitivos. El “efecto Google”, documentado en la revista Science, demuestra por ejemplo cómo internet ha transformado nuestra forma de recordar: cuando las personas saben que pueden acceder fácilmente a la información en línea, son menos propensas a retenerla en su memoria. Similar a nuestra dependencia de cuadernos o calculadoras, ahora utilizamos los dispositivos como una extensión de nuestra memoria.
Una investigación de la Universidad de Stanford, publicada en el Journal of Experimental Psychology, encontró qué las personas que frecuentemente realizan múltiples tareas digitales presentan mayor dificultad para filtrar información irrelevante, alternar entre tareas y mantener la atención.
¿Estamos delegando tanto en el celular y ahora en las inteligencias artificiales que vamos atrofiando nuestras propias habilidades mentales?
El fácil acceso a la información y la automatización de tareas cognitivas plantean interrogantes sobre la plasticidad cerebral y nuestra capacidad de adaptación. La futura creciente dependencia de la IA podría causar y ya estar causando una atrofia en habilidades como la memoria, la atención y la resolución creativa de problemas.
Porque si no te has dado cuenta, desde hace años utilizamos tecnología para transferir fuera de nuestra mente procesos mentales, a esto se le llama “descarga cognitiva” y se refiere a la transferencia de información y procesos mentales a recursos externos para reducir la carga cognitiva interna.
Ya desde hace muchos años utilizamos tecnologías de descarga cognitiva, como el ábaco (herramienta de cálculo manual) que tiene como 3000 años de antigüedad. Y en el presente, en nuestro hoy podemos darnos cuenta de estas delegaciones cognitivas que se dan en el uso del GPS en lugar de memorizar rutas, el almacenamiento de números telefónicos en el celular, el uso de calculadoras para operaciones básicas y la dependencia de calendarios digitales. Y pensemos en el ahora en donde una IA te presenta en 30 segundos una presentación sobre el tema que quieras.
Sin duda que, en la última década, los avances tecnológicos han transformado significativamente nuestra relación con la realidad y la cotidianidad “instrumental”.
Así se han generado nuevas formas de interacción con la tecnología y cambios que incluyen ya alteración en la percepción de la realidad con la integración de la tecnología digital en la vida diaria.
También estamos ahora rodeados de experiencias inmersivas que impactan el entretenimiento, la educación y el trabajo.
Se están automatizando procesos de todo tipo y estamos en medio de una redefinición de la comunicación e interacción social con nuevos desafíos en la privacidad y salud mental.
Como si fuera poco se está dando una difuminación de límites entre trabajo y vida personal.
Y esta transformación digital que estamos viviendo ha generado cambios significativos en nuestra forma de pensar.
Lo que pasa es que estos cambios tecnológicos los naturalizamos rápidamente y nos olvidamos por ejemplo como era la cotidianidad de hace 30 o 40 años. Imagina cuando no existían las calculadoras y tenías que realizar todas las cuentas a mano. O cuando no existían los mensajes de texto ¿Cómo hacías para enviar una oración a dios y que te la repitieran al menos 7 personas para que fuera efectiva?
Así nos encontramos en este presente móvil en donde la abundancia de información en línea ha modificado nuestra manera de procesar y evaluar datos.
La exposición constante a estímulos digitales está afectando nuestra capacidad de concentración. ¿Cuántas páginas de un libro logras leer sin desconcentrarte?
Pareciera también que al estar condicionados por algoritmos y las llamadas burbujas de información nuestros razonamientos puedan ser modulados sin que nos demos cuenta.
La comunicación digital de hecho está reduciendo las interacciones presenciales, generando una velada fobia social.
La evolución tecnológica que vivimos además está fomentando una mentalidad “líquida”, funcional a un entorno que te pide constante adaptación y reinvención para que te puedas vender bien.
Existe un planteamiento que expresa que estamos ante una nueva revolución tecnológica como la industrial.
Posiblemente estemos presenciando los inicios del uso de la IA como prótesis mental. La cognición no está limitada al cerebro; ya utilizamos herramientas y el entorno como extensiones cognitivas, y la tecnología parece estar integrándose cada vez más en nuestros procesos de pensamiento.
La entrada Tu pantalla amigable, la pantalla que te consume se publicó primero en Últimas Noticias.
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