Como si ya no hubiese suficientes tensiones a nivel internacional el aparato político militar norteamericano otorga permiso a lo ucranianos para que disparen misiles más potentes y ya el oso ruso mandó una comunicación muy clara de que estamos mucho más cerca de cumplirse otra predicción de las películas de ciencia ficción: una guerra nuclear limitada, con consecuencias inimaginables pero seguramente catastróficas para todo los que vivimos en este cada vez más pequeño y jodido planeta.
Vemos todos los días una estúpida lucha internacional de ajedrez, pulso, break dance, judo y engaño que se lleva a cabo en el teatro internacional, en donde los diferentes intereses que se mueven en el mundo en forma de estados naciones o de empresas transnacionales, cada vez se acercan más a un punto de no retorno. La idiotez de los gobernantes es inmensa.
La convulsión de los eventos internacionales actuales ha generado una oleada de incertidumbre que permea la vida de millones de personas en todo el mundo. Esta sensación de inseguridad se manifiesta de diversas formas y afecta a distintos niveles de la sociedad.
En primer lugar, la inestabilidad geopolítica, caracterizada por conflictos armados, tensiones comerciales y cambios bruscos en el orden mundial, ha socavado la confianza en el futuro. La amenaza constante de crisis económicas, sanitarias o climáticas ha generado una sensación de precariedad que dificulta la planificación a largo plazo. Además, la proliferación de noticias falsas y la polarización política han contribuido a un clima de justa desconfianza generalizada hacia las instituciones y los líderes.
En segundo lugar, la aceleración del cambio tecnológico y la automatización de los procesos productivos han generado un miedo creciente a la obsolescencia laboral. La incertidumbre sobre el futuro del empleo y la posibilidad de ser desplazados por máquinas ha aumentado los niveles de ansiedad y estrés en la población. Asimismo, la creciente dependencia de las tecnologías digitales ha expuesto a las personas a nuevos riesgos, como la ciberseguridad y la privacidad, lo que ha generado una sensación de vulnerabilidad.
Finalmente, la crisis climática y sus efectos cada vez más visibles han intensificado la sensación de incertidumbre. Los fenómenos meteorológicos extremos, la escasez de recursos naturales y la pérdida de biodiversidad han generado un profundo sentimiento de inseguridad sobre el futuro del planeta y las generaciones venideras. La incertidumbre sobre el impacto del cambio climático en la vida cotidiana ha llevado a muchas personas a experimentar sentimientos de ansiedad, miedo y desesperanza.
La incertidumbre es un estado mental que se experimenta cuando no se tiene una certeza absoluta sobre el futuro o sobre los resultados de una situación.
Es la sensación de no saber qué va a ocurrir, de no tener el control total sobre los eventos. (Perspectiva ya de por sí ilusoria.)
Aún si la incertidumbre se revela como una condición fundamental de la existencia humana, a nosotros nos gusta la seguridad y las certezas.
La vida es incertidumbre, pero no queremos darnos cuenta, porque además no soportamos mucha verdad, tendemos inconscientemente a rechazar los hechos que contradicen nuestras creencias, que además constituyen nuestra zona de seguridad y confort.
Sin darnos cuenta vivimos de ilusiones y autoengaños que nos permiten vivir.
Bauman argumentaba que la incertidumbre se ha convertido en una condición normalizada en nuestra sociedad. La globalización, la rápida evolución tecnológica y los cambios sociales constantes han erosionado las estructuras y las certezas del pasado.
Y cuando estas creencias son puestas en discusión entramos en crisis, que además no sabemos manejar. Entonces se produce la angustia que contagia todas nuestras percepciones y que se vuelve recursiva.
Así que estamos ante un panorama mundial de creciente incertidumbre que se une a las demás incertidumbres tanto individuales como colectivas y después nos preguntamos porque dormimos mal o nos sentimos ansiosos.
Y claro estamos en un contexto caracterizado por la fragilidad, la temporalidad y la falta de solidez y esto genera desconfianza en las instituciones, en los demás y en nosotros mismos.
¿Qué hacer?
Lo que puedo es decirte lo mismo que me digo, porque yo también padezco de momentos de incertidumbre y no escapo de los avatares a los que los demás seres humanos están todos los días expuestos.
Lo que podemos hacer es tratar de gestionar nuestra ansiedad y aumentar la sensación de calma. Se dice fácil, pero no lo es, recomiendo centrar tu atención en tu respiración, como aspiras y expiras por un rato.
A este punto lo importante es como hago para vivir en la incertidumbre sintiéndome lo mejor posible. Reducir los daños. Bueno, ya la vida de por si es injusta y está llena de violencia y no por esto no dejamos de tratar de arrancarle momentos buenos, lo que quiere decir es que nos acostumbramos a todo, entonces podemos acostumbrarnos a convivir con la incertidumbre porque además todo en la vida es incertidumbre a final de cuentas.
Céntrate en lo que puedes controlar. Cultiva tu flexibilidad que es la capacidad de adaptarnos a los cambios y de aceptar lo inesperado, esto fundamental para manejar la incertidumbre.
Y finalmente creo que el mejor consejo es ríete de tu sensación de incertidumbre, no la tomes en serio, porque la incertidumbre transpira miedo a la muerte y para nosotros la muerte es muchas cosas, y una es el no control y la otra la extinción como persona, individualidad. Por eso tratamos de aferrarnos a ideas y creencias como si fuesen muebles valiosos, sin darnos cuenta que no lo son.
Por otra parte, para cerrar con el tema de la amenaza nuclear, dos películas en YouTube ilustrativas: “El día después” https://www.youtube.com/watch?v=RR3h-k75ZCY&t=3742s y por supuesto “Dr Strangelove” https://m.ok.ru/video/2300912929425
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