Conny Méndez fue una mujer adelantada a su época que provenía de una acrisolada familia pariente de Cristóbal Mendoza. Prolija compositora, cantante, ensayista, caricaturista, actriz y escritora, nos ha ofrecido, entre otros hermosos tributos, Venezuela habla cantando, que desvela el secreto especial de ser venezolano porque de niños somos arrullados con el himno nacional. También fue referente de enseñanza espiritual. En Un tesoro más para ti (1958) se incluyó un cuento inédito, Entre planos, en la que narra con su particular estilo costumbrista un reencuentro metafísico con el pasado capitalino.
Nora, una neoyorquina atraída por las ofertas de turismo, seleccionó Caracas, en la cual prometía un clima tropical benigno, encuadrado entre el Ávila y las soberbias torres gemelas del Centro Simón Bolívar. La turista, alojada en una pensión cercana a la avenida Bolívar, salió a dar una vuelta y se topó con el Teatro Municipal en pleno mediodía cuando, elevando su mirada para admirar el edificio guzmancista, los rayos solares la cegaron por un instante. Al abrir los ojos, se percató que el paisaje urbano había cambiado: tenía en frente una plazoleta empedrada y apacible y en el ángulo norte en esquina, una casona de grandes ventanas y rejas que recordaba a la pensión donde se había hospedado. Decide entrar para refrescarse y es atendida por una aya vestida con un largo camisón de blanco algodón y la invita a entrar. Dentro, comparte almuerzo con los comensales, detallando minuciosamente mobiliario y protocolos decimonónicos.
De repente, se sobrecoge y al pestañar, se encuentra en pleno caos citadino y perturbada le pregunta a un curioso qué se había hecho la pequeña plaza; indagando el peatón si había leído alguna historia, nuestra viajera le respondió negativamente. Su interlocutor le dijo que la imagen correspondía a la plazoleta de San Pablo demolida hacía una década.
El galopante progreso material es causante de nuestro empacho que borra sin miramiento referentes del pasado, impidiéndonos comprender el significado del patrimonio cultural edificado de cualquier época, puesto que, con la implosión del petróleo y la injusta distribución de la riqueza, no hemos podido asimilar los cambios, y menos aún proteger este tesoro, por lo que nos encontramos atrapados entre planos.
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