Jean Carlo Simancas: "El público siempre tiene la última palabra"


Jean Carlo Simancas tiene toda una vida dedicada a interpretar personajes que se quedaron para siempre en la memoria de los venezolanos. A veces protagonista, a veces villano, pero al fin y al cabo siempre galán. No obstante, ahora interpreta un papel distinto al que usualmente se le acostumbra a ver: voiceover de una docuserie de History Channel.

‘Las cinco familias: capos  de la mafia’ recién estrenó el 29 de enero. En cada uno de los tres episodios de esta producción del canal internacional suena la imponente voz del venezolano, quien guía al espectador por el ascenso, poder, influencia y caída de los Bonanno, Colombo, Gambino, Genovese y Lucchese, clanes italoamericanos que en el siglo XX fueron los dueños de Nueva York.

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Foto: cortesía José Verdalles

—¿Cómo describirías la experiencia de dar voz a ‘Las cinco familias: capos de la mafia’? ¿Qué te atrajo de este proyecto?

—Realmente fue una experiencia muy demandante. No lo había hecho antes, y mucho menos para una empresa y un documental tan importante; y sobre todo, tan extenso. Tres capítulos de dos horas cada uno, donde el narrador es el protagonista porque es el hilo conductor de la trama. Además, la versión original está contada por el ganador del Emmy Michelle Imperioli, de Los Sopranos. Pero, finalmente, el arte en el que decidí vivir está lleno de retos y por ellos vale la pena lo que hago.

—A lo largo de tu carrera has interpretado muchos papeles. ¿Cómo ha sido pasar de estar frente a las cámaras a ser narrador de una serie documental?

—Ahí empezaron los retos. No estaba haciendo un personaje, tampoco era yo mismo. Había que crear una entidad que fuera un punto intermedio entre ambas. Afortunadamente, cuando ya estaba en esa mínima cabina donde habitan los profesionales del doblaje (su pequeño gran reino) se me vino a la cabeza un recuerdo: un narrador de los años 60 quizá, que yo escuchaba en los cines narrando noticias y documentales de gánster. Su sonido era muy especial, pero sobre todo, creaba un clima expectante, presagioso, casi agorero. Entonces entendí que el destino me mandaba una tabla de salvación… como una inspiración divina. Me agarré de esa tabla y nadé hacia una orilla, que finalmente fue generosa, creo yo. El público siempre tiene la última palabra.

— ¿Cuáles fueron los principales retos que enfrentaste al narrar esta serie?

—Muchos. Empezando porque soy disléxico y eso hizo que enfrentar un trabajo de esa extensión, de entrada, me intimidara, por decir lo menos. Después, y como te decía antes, encontrar la voz que guíe a los espectadores, y sobre todo la intencionalidad que los lleve por el camino del espíritu de la narrativa fue toda una aventura. Por otro lado, estábamos en plenas fiestas decembrinas y mi familia me esperaba, el estudio estaba por irse a unas merecidas vacaciones, y por nada del mundo quería posponer ese regalo que los dioses del espectáculo me habían hecho. Una inspiración que había salido tan repentina y grandiosa, como una paloma sale de un sombrero de mago. Así que un después no era una opción. Y sobre todo no quería dejar mal a mi amiga de toda la vida, Lauren Levenson, quien me llamó desde Argentina para entusiasmarme y fue quien propuso mi nombre en History.




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