Una torta blanca, aunque sea negra


Sin duda, Trump posee un carácter disruptivo frente a las expectativas de la opinión pública. Constantemente golpea la mesa como estrategia negociadora, y su actitud evoca la del personaje Manolito de Mafalda, encarnando una mezcla de casi “border line” con pragmatismo y falta de empatía psicopática. 

Y como vivimos en una época de crisis donde «todo se vale», marcada por ejemplo por la revalorización de saberes no institucionalizados y decoloniales, entonces en este contexto, propongo un análisis psicológico de Trump, complementado con un análisis de su carta astrológica, para luego contrastar sus rasgos con los de Manolito como arquetipo del trumpismo.  Puede salir algo interesante.

Trump ha plasmado su pensamiento en libros que reflejan su enfoque en negocios y política. Su visión prioriza intereses egoístas, desconfía del estamento político, promueve el proteccionismo económico y leyes estrictas. Es una mezcla bizarra del conservadurismo tradicional, fusionando populismo de derecha, pragmatismo empresarial y una visión transaccional del poder. 

Para él, todo es negociación. En la que debe ganar.

Su método incluye: 

– Plantear demandas exageradas para crear un margen de maniobra positivo para el. 

– Alterar expectativas mediante giros bruscos intentando desconcertar. 

– Usar medios y redes para amplificar amenazas y forzar concesiones. 

– Cambiar posturas si benefician su imagen o intereses. 

Sus valores centrales, extraídos de sus textos, son: 

– El éxito justifica los medios. 

– Culto a la personalidad. 

– Confrontación constante. 

– Relaciones humanas como transacciones. 

– Simplificación de problemas (ejemplo: atribuir el déficit comercial a «malos acuerdos»). 

En esencia, su filosofía se acerca a la política empresarial, basada en poder, percepción y supervivencia del más audaz. 

Rasgos psicológicos

Alta extroversión: Busca atención constante, se alimenta de multitudes y trata de proyectar confianza extrema. Su comunicación hiperbólica refleja la necesidad de dominar espacios sociales y mediáticos. 

Baja amabilidad: Muestra poca empatía, tendencia a la confrontación y desprecio por críticas. Su lenguaje (insultos, descalificaciones) sugiere una visión del mundo como campo de batalla. 

Alto neuroticismo: Sensibilidad a la crítica, reacciones impulsivas (ejemplo: tuits iracundos) y necesidad de validación externa. Canaliza la ansiedad en acción, evitando mostrar vulnerabilidad. 

Baja apertura a la experiencia: Prefiere soluciones simples, desconfía de matices y se apega a ideas tradicionales (ejemplo: Hagamos una América grande, como nostalgia de un pasado idealizado). 

Presenta un trastorno narcisista de la personalidad (según DSM-5):

Grandiosidad y egocentrismo extremo: Se autoproclama «el presidente más exitoso de la historia», o “si hubiese estado no hubiese sucedido”.

Fantasías de éxito ilimitado: Narrativa de «ganar siempre», incluso en derrotas como las elecciones de 2020. 

Explotación interpersonal: Trata relaciones como transacciones (ejemplo: aliados políticos desechados cuando dejan de ser útiles). 

Envidia y creencia de ser envidiado: Acusa a rivales de «robarle» logros (ejemplo: elecciones «amañadas»). 

Estilo de pensamiento y mecanismos de defensa: 

Dicotomías: Divide el mundo en categorías absolutas (ganadores/perdedores, leales/traidores). 

Sesgo de confirmación: Ignora información que contradice su autoconcepto (ejemplo: desestimó advertencias sobre la COVID-19). 

Pensamiento intuitivo y mágico: Confía en su «instinto» más que en los datos. 

Proyección: Acusa a medios de «fake news» mientras difunde desinformación el mismo. 

Negación: Rechaza responsabilidades (ejemplo: «No hubo insurrección el 6 de enero»). 

Sublimación de la vulnerabilidad: Convierte miedo en hiperactividad pública (mítines, redes sociales).

Análisis astrológico

Su carta natal sugiere un comunicador nato (influencia de Géminis) con necesidad de admiración (Leo). Combina carisma y agresividad, pero su obsesión por el poder lo mantiene en la superficialidad.

Astrológicamente, encarna una paradoja: rasgos narcisistas, disfuncionales en lo personal, le permiten triunfar en entornos competitivos. Representa el individualismo extremo, donde el éxito se mide en dominio, no en bienestar colectivo. 

Manolito de “Mafalda”: Símil perfecto

Manolito, personaje de Quino, es un niño obsesionado con el dinero y los negocios. Sus rasgos coinciden con los de Trump: 

Pragmatismo extremo: Ve el mundo en términos de costos/beneficios. 

Orientación al logro material: Internaliza valores capitalistas. 

Competitividad y falta de empatía: Ignora las preocupaciones sociales de otros personajes. 

Racionalización: Justifica su obsesión monetaria como necesidad de supervivencia. 

La diferencia radica en que Manolito, siendo un cómic conserva algo de empatía y valora vínculos emocionales, como su amistad con Mafalda. Trump, en cambio, prioriza la imagen y el conflicto para mantenerse relevante. 

Trump es una figura compleja: narcisismo, agresividad y adaptabilidad lo convierten en un líder disruptivo, pero su obsesión por el poder genera polarización y un legado efímero. 

La comparación con Manolito revela similitudes en pragmatismo y materialismo, aunque el personaje de ficción conserva matices humanos que Trump parece haber sacrificado en su búsqueda de dominio. Ambos reflejan las contradicciones de entornos donde el éxito se mide en términos de supervivencia, no de ética o colectividad. 

Esta comparación no sólo ilumina las complejidades de la personalidad de Trump, sino que también invita a reflexionar sobre los valores que priorizamos como sociedad y las consecuencias de glorificar el éxito a cualquier costo. 

En última instancia, tanto Trump como Manolito son espejos de las contradicciones humanas, recordándonos que el verdadero liderazgo no se mide sólo en términos de poder, sino también en la capacidad de construir un bienestar colectivo y duradero.


ultimasnoticias.com.ve

Ver fuente