La adolescencia es una etapa de cambios físicos y psicológicos, que implican grandes desafíos. Durante este período, los jóvenes experimentan transformaciones emocionales y sociales que afectan su salud mental. La atención de la salud mental juega un papel fundamental en la prevención del suicidio, ya que algunos adolescentes pueden sufrir de ansiedad, depresión o trastorno bipolar, con mayor riesgo de ideación de muerte y ejecución del suicidio.
Existen varios factores de riesgo que pueden aumentar la posibilidad de que el adolescente atente contra su vida: la ansiedad y la depresión, antecedentes familiares de suicidio o trastornos mentales, experiencias traumáticas como el abuso sexual o violencia de cualquier tipo. El acoso escolar suele tener gran impacto en la emocionalidad del adolescente y propiciar el aislamiento social. Asimismo, el acceso a armas de fuego u otros instrumentos letales puede contribuir a consumar el suicidio.
El consumo de alcohol y otras drogas aumenta el riesgo, ayudados por el uso excesivo de redes sociales de contenido negativo. Los padres y adultos deben estar atentos a algunas señales de alerta que indican que el adolescente está en peligro, como la pérdida de interés en actividades que antes disfrutaba, aislamiento social, cambios en el estado de ánimo, pérdida o exceso de apetito, expresiones de desesperanza e inutilidad, hablar sobre la muerte, etc. La prevención del suicidio en adolescentes requiere un enfoque integral que involucre a todos.
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