La guerra no provocada que inició Israel contra Irán el 13 de junio y se prolongó durante 12 días, todavía continúa generando análisis desde distintos puntos de vista, aunque como suele suceder, la narrativa de las transnacionales de la comunicación ha colocado en plan de víctimas a los agresores, el Gobierno del primer ministro Benjamín Netayahu, y de victimarios a quienes solo se dedicaron a ejercer su legítimo derecho a la defensa, como han sostenido las autoridades iraníes.
“La primera víctima de la guerra es la verdad”, una frase que se le atribuye a Esquilo, dramaturgo de la antigua Grecia, ha tenido de nuevo su reflejo en este conflicto en el cual los sionistas impusieron una férrea censura sobre los daños que sufrían bajo los ataques de la República Islámica, dirigidos a puntos estratégicos específicos, como siempre sostuvieron, mientras los medios occidentales escondían o manipulaban los asesinatos de civiles, mujeres y niños en su mayoría, como ocurre diariamente en Gaza, perpetrados por los israelíes.
En la confrontación bélica también intervino Estados Unidos en defensa de su aliado Israel —cuando parecía que las cosas no le iban nada bien—, con su presidente, Donald Trump, magnificando el papel que jugaron sus ataques a tres centrales nucleares de Irán.
Desde entonces, trataron de imponer la narrativa de que las razones de los ataques contra Irán solo fueron un intento por impedir que fabriquen una bomba nuclear, justo un par de días antes de que Irán y EEUU celebraran una nueva ronda de las negociaciones indirectas sobre el tema.
Geopolítica.
El exembajador de Venezuela en Israel, Ángel Tortolero, en primer lugar advierte que esta “guerra de los 12 días” no ha terminado:
“Lo que hay es un cese al fuego, todos sabemos que siguen los ataques subalternos y la prensa intenta acallar las voces contrarias al régimen nazi-sionista israelí, que no es otra cosa que la expresión del capitalismo norteamericano en su fase más criminal, en su conversión a un estado fascista con altos niveles de agresividad contra todo aquello que se le ponga en el medio”, sostiene el diplomático.
También precisa que “no podemos reducir esta confrontación a una guerra entre bandos, porque se trata de relaciones geopolíticas, geoestratégicas y geoeconómicas que están hirviendo en este caldero grande donde se está cocinando eso que pudiera llegar a ser el nuevo orden internacional”.
En esa línea subraya que “esto se inscribe en el marco de la estrategia occidental, del imperio de Estados Unidos, Unión Europea, el Reino Unido por retomar el control absoluto de la zona de Asia Occidental”.
Tortolero, quien define a Israel como “el perro bravo del imperio, un país inventado en el año 48 a tenor de la necesidad de tener control de la exploración petrolera en Asia Occidental”, en cuanto a algunos resultados de este conflicto, subraya el hecho de que “la fulana cúpula de hierro terminó siendo el colador de acero y las respuestas de Irán causaron daños muy fuertes en las ciudades más importantes de Israel desde Haifa hasta la capital Tel Aviv ”.
El también diputado electo asegura que durante esos 12 días “Israel ha visto diezmado su poder de fuego. El centro del mercenarismo más elitesco del planeta, que ha participado en todos los derrocamientos de presidentes, que ha sido parte de esa política agresiva de Occidente sobre el resto de la humanidad, ha quedado en entredicho ante un mundo que está definiendo nuevos caminos”.
El diplomático recalca que mientras tanto, “Irán tiene clarísimo cuál es su papel ante el mundo y por eso este intento por acallar sus voces, por acabar con la revolución iraní, pero se consiguieron con un pueblo comprometido a la defensa de su cultura, de su territorio”.
Alerta que “ahora es que se pone más peligroso Occidente, que seguirá usando esa plataforma para la desestabilización, para tratar de evitar por todos los medios la conformación de otro bloque de poder”.
Las guerras como forma para mantener el poder


Tan pronto se acordara el alto el fuego entre Israel e Irán luego del conflicto que se extendió hasta el 24 de junio y apenas recuperándose de los importantes daños sufridos por varias de las más importantes ciudades del país hebreo, las calles de Tel Aviv volvieron a llenarse de manifestantes exigiendo llegar a un acuerdo con el Movimiento de Resistencia
Islámica Hamás, para la liberación de los retenidos en Gaza y la renuncia del primer ministro Benjamín Netanyahu.
El gobernante “es un hombre que no goza del respeto de la población. Ya hemos visto cómo desde el año pasado las manifestaciones eran cada vez más numerosas exigiendo su salida”, explica el exembajador Ángel Tortolero.
El también docente subraya que “la única posibilidad que tiene Netanyahu es seguir provocando conflictos alrededor de Israel para seguir justificando su permanencia en el poder”.
A eso se agrega que “el partido que lo apoya se ve ahora arrinconado, porque pese a que se jactan de supuestamente tener un sistema democrático siguen manejando la situación actual con la incitación al odio hacia el mundo árabe, hacia el mundo persa, pese a ser Israel un país de refugiados. Netanyahu en cada discurso muestra su odio hacia el mundo”.
Instalaciones nucleares en el centro de otra polémica


El 22 de junio, Estados Unidos atacó las instalaciones nucleares iraníes de Fordo, Natanz e Isfahán y de inmediato Donald Trump proclamó a los cuatro vientos que habían destruido para siempre todo el programa nuclear de la República Islámica.
Sin embargo, pocos días después algunos medios estadounidenses dieron a conocer informaciones de los propios organismos de inteligencia de ese país, según los cuales los daños no eran tan severos como se aseguraban, desmintiendo al mandatario quien estalló despotricando contra las publicaciones y lanzando todo tipo de amenazas, tal es su costumbre.
Los cuerpos de inteligencia salieron luego a hacer un sinnúmero de aclaratorias, mientras que desde Irán primero minimizaron los daños, asegurando que esas instalaciones habían sido evacuadas previamente, aunque en días recientes, no se sabe si por razones tácticas cambiaron su versión, afirmando que sí habían sido considerables.
El diplomático Ángel Tortolero asegura que “no lograron acabar con las instalaciones de enriquecimiento de uranio”, lo cual, advierte que fue afortunado porque se habría producido otro Chernobyl, con consecuencias muy severas no solo para Irán, pues se extenderían mucho más allá.
Tortolero concluye sosteniendo que “Irán demostró qué tan mal está Israel, qué tan débil pudiera ser el imperio norteamericano, sin negar sus características criminales”. l
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