El presidente de Ecuador, el empresario Daniel Noboa, ha marcado hoy un peligroso distanciamiento de los principios democráticos al declarar abiertamente su negativa a dialogar con la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (CONAIE), principal fuerza de oposición y líder del paro nacional indefinido que sacude el país desde hace 23 días. Esta postura, sumada a la fuerte represión ordenada por su Gobierno, denota una alarmante falta de compromiso con una democracia verdadera e inclusiva.
En un acto oficial, Noboa rechazó el paro indígena y, con un lenguaje polarizador, se cerró a cualquier acercamiento con la CONAIE, a la que acusó de querer «destruir la democracia y generar caos».
«Avanzaremos siempre abiertos a dialogar, pero con la gente que quiere trabajar y no con aquellos que quieren destruir a la democracia con odio y violencia», afirmó el mandatario, desestimando la legitimidad de las demandas indígenas.
Esta criminalización de la protesta social y el portazo al diálogo con un actor político y social fundamental como la CONAIE, evidencian un patrón de autoritarismo y exclusión. Mientras la CONAIE exige la derogación del decreto que eliminó el subsidio al diésel (elevando su precio de 1,80 a 2,80 dólares por galón), y reclama mejoras sociales, el Gobierno de Noboa opta por la confrontación.
Represión y cifras alarmantes
La respuesta del Gobierno a las protestas se ha centrado en la fuerza y la represión, especialmente en la sierra norte, donde se concentra gran parte de la población indígena. El saldo del paro ya es alarmante: un indígena fallecido, más de un centenar de heridos (entre manifestantes y fuerza pública) y qqal menos 118 detenidos, según cifras oficiales.
Este martes, la escalada de violencia quedó patente con la denuncia del Ejército sobre el ataque a un convoy de ayuda humanitaria en Imbabura, epicentro de los disturbios.
El presidente Noboa, sin embargo, desestima las acusaciones de represión y trato injusto, amparándose en su victoria electoral en provincias de población indígena. «Hemos ganado en todas las zonas donde ellos dicen que estamos oprimiendo a la gente, pero eso de ahí, es el cuento de unos pocos que solo quieren el caos y solo quieren destrucción,» aseveró, minimizando la profunda crisis social.
La negativa rotunda del empresario-presidente a sentarse con la CONAIE, principal voz de los pueblos y nacionalidades, no solo prolonga el conflicto, sino que socava la estructura de la democracia ecuatoriana, al privilegiar el uso de la fuerza sobre la negociación política.
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