Cuando se indaga sobre la génesis etimológica de la palabra universidad las sorpresas no son pocas. Sus letras nos llevan a la noción de totalidad, de universalidad. Su sentido originario se remonta a lo que en la cultura clásica se conocía como universitas, es decir, “el conjunto de todas las cosas”. Por tal razón, estas instituciones están obligadas, no solo a formar profesionales para un mercado laboral, sino también a fomentar el análisis, la enseñanza y la divulgación del conocimiento universal. En otras palabras, del mundo.
En la actualidad, las universidades se regodean viéndose el ombligo y dejan a un lado el saber que les compete: “lo que pasa en el mundo”. A veces, tras un halo de supuesta modernización, esta negación estructural trata de encubrirse con llamados de renovación curricular, actualización tecnológica o revisiones bibliográficas. Sin embargo, se niegan a ver y analizar sucesos de notable importancia global, pero que para la academia local no son significativos, transcendentales o valiosos.
En Venezuela, por constituirse el país como objeto de análisis mundial, las universidades nacionales ya no toman en cuenta hechos de carácter global, lo cual es un error porque, en un mundo globalizado, estos tienen una incidencia directa en el ámbito local. Las instituciones, tanto públicas como privadas, se limitan a analizar lo inmediato, lo obvio, lo cercano, y solo apreciar lo que les sirve y no lo que realmente importa.
En pocas palabras, para las instituciones universitarias, en el mundo “no está pasando nada”.
Desde hace ya varias semanas, las universidades de todo el planeta han reaccionado en contra del desmedido ataque de Israel en la Franja de Gaza. En Estados Unidos, lo sucedido en Columbia, Cambridge, Chicago y otras instituciones ha provocado una cruenta represión policial contra estudiantes y docentes. Pero esto no importa ni es pertinente para analizarlo en las aulas venezolanas y mucho menos emularlo en nuestros campus.
Y es una lástima, debido a la histórica solidaridad que alguna vez tuvieron los estudiantes universitarios de Venezuela con hechos de la misma naturaleza y que provocaron grandes manifestaciones y notables protestas, como por ejemplo en contra de la Guerra de Vietnam (1955-1975) o la invasión a Panamá (1989). Pero hoy, nadie se conmueve, mucho menos se mueve.
(*) Periodista y profesor UCV
ultimasnoticias.com.ve
Ver fuente