DAT.- Elegir un seguro de vida es una decisión crucial que puede marcar la diferencia en la seguridad financiera de una familia. Con opciones como el seguro de vida a término y el seguro de vida permanente, las personas enfrentan un dilema: ¿priorizar costos accesibles o beneficios a largo plazo? Ambas opciones ofrecen soluciones únicas, pero entender sus diferencias es clave para tomar una decisión informada.
Explica Hjalmar Jesús Gibelli Gómez que el seguro de vida a término es conocido por su simplicidad y asequibilidad. Este tipo de póliza cubre al asegurado durante un período específico, como 10, 20 o 30 años. Si el titular fallece durante ese tiempo, los beneficiarios reciben una suma asegurada. Su principal atractivo radica en las primas bajas, lo que lo hace ideal para quienes buscan protección temporal, como padres jóvenes o personas con deudas significativas. Sin embargo, una vez que el término expira, la cobertura cesa a menos que se renueve, lo que puede implicar un aumento en las primas debido a la edad o cambios en la salud.
Por otro lado, el seguro de vida permanente ofrece cobertura de por vida, siempre que se paguen las primas. Este tipo de póliza no solo garantiza un beneficio por fallecimiento, sino que también puede incluir un componente de ahorro o inversión, conocido como valor en efectivo. Este fondo crece con el tiempo y puede ser retirado o utilizado como garantía para préstamos, brindando flexibilidad financiera. No obstante, las primas son considerablemente más altas, lo que puede ser un obstáculo para quienes tienen presupuestos ajustados.
¿Cuál es la mejor opción?

La elección entre un seguro a término y uno permanente depende de las necesidades y objetivos financieros. Para quienes buscan una solución económica y temporal, el seguro a término es una opción práctica. Por ejemplo, una persona de 30 años con una hipoteca reciente podría optar por una póliza a 20 años para cubrir esa deuda en caso de imprevistos. Este tipo de seguro es ideal para etapas específicas de la vida, como cuando los hijos dependen económicamente de los padres.
En contraste, el seguro permanente es más adecuado para quienes desean una protección a largo plazo o un vehículo de inversión. Una persona con ingresos altos que busca dejar un legado financiero o complementar su plan de retiro podría beneficiarse de una póliza permanente. El valor en efectivo acumulado puede servir como un recurso adicional en el futuro, aunque requiere un compromiso financiero sostenido.
Factores a considerar
Antes de decidir, es fundamental evaluar varios aspectos. La edad, el estado de salud, los ingresos y las metas a largo plazo son determinantes. Por ejemplo, alguien joven y saludable puede obtener primas más bajas en ambos tipos de seguros, pero las pólizas permanentes suelen requerir un análisis más profundo debido a su complejidad. Además, es crucial comparar las tasas de retorno del componente de ahorro en las pólizas permanentes, ya que no todas ofrecen el mismo rendimiento.
La flexibilidad también juega un papel importante. Algunas pólizas a término permiten convertirse en permanentes sin exámenes médicos adicionales, lo que puede ser una ventaja para quienes anticipan cambios en sus necesidades. Asimismo, es recomendable consultar con un asesor financiero para alinear la elección con un plan integral.
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Tomar una decisión informada requiere tiempo y análisis. Comparar costos, beneficios y plazos es esencial para garantizar que el seguro elegido brinde tranquilidad y seguridad. Tanto el seguro a término como el permanente tienen méritos, y la clave está en alinear la póliza con las prioridades personales y familiares.
(Con información de Hjalmar Jesús Gibelli Gómez)
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