Preolímpico vs. Premundial - Líder en deportes


Además de emociones y fervores nacionalistas, el reciente Preolímpico dejó sabor de innegable porvenir. Jugadores salidos del equipo venezolano enseñaron detalles, posibilidades, y especialmente vocación de jóvenes que se abren paso en la tupida maleza del fútbol internacional.

Tipos como Jovanny Bolívar, Kevin Kelsy, Matías Lacava, Telasco Segovia, Daniel Martínez y algunos más, dijeron que ya estaban listos y a punto para llamar a juego en la selección al Premundial. Porque si nos ponemos a ver, ser Sub23 es estar cerca, muy cerca de hacer el grado, y si revisamos de nuevo los partidos ante los adversarios suramericanos, veremos que las diferencias son milimétricas. Claro: la que verdaderamente cambia es la competencia; no es lo mismo enfrentar a jugadores veinteañeros, como en el Preolímpico, que a avezados rivales corridos en Europa.

Los preolímpicos tendrían que someterse a pruebas exigentes, a tests de fondo para conocer hasta dónde podrían llegar. Partidos ante selecciones de fuste, como la italiana, con la que se verán en pocos días, podrían ser pruebas irrefutables y que hablarían de su verdadero talante de futbolistas.

Pero, hagamos un ejercicio de imaginación y pongamos a los muchachos nombrados en la Vinotinto mayor. ¿Podrá alguno de ellos desplazar la valentía y el anticipo de Jhon Chancellor del centro de la defensa? ¿O tendrá uno de los la osadía de superar a David André Martínez “el brujo”, de la línea de mediocampistas de quite y apoyo? ¿Será capaz el más pintado del grupo de ir a más y suplir en el ataque feroz al consagrado Salomón Rondón?

Esto es, visto así, de jugador a jugador. Pero eso no es todo, es solo un plano de lo que debe ser. Hay otras diferentes corrientes del juego a la que deben adaptarse los muchachos. Siempre se camina, por bueno que sea el jugador, por el filo del acantilado donde puede esperarlo allá abajo el fracaso. Ha sido frecuente la venida a menos de futbolistas que al dar el paso al fútbol grande se pierden, desorientados, y no consiguen los caminos de la verdad. Especialmente los que tiene la fortuna de ir a Europa; las condiciones culturales, de vida y de hábitos de los países futbolizados terminan por llevarlos al pantanal del no más.

En Venezuela, por la condición de no ser el fútbol el deporte de más arraigo, suelen pasar estas cosas de desadaptación cuando se va al exterior. En las naciones de fútbol, como en el resto de Suramérica, normalmente no suceden estas dificultades, porque el jugador respira fútbol desde niño y las rutas para llegar a la cima son más alcanzables.

En Venezuela no todo es el grito de multitudes y arengas del cuerpo técnico, ni dominio del balón y regateo a un adversario. El fútbol, que es un universo particular, requiere de muchas otras cosas que van más allá de meter el balón en el arco enemigo y gritar gol con ardor y frenesí.

La clase de Paraguay

Desde los primeros compases del Preolímpico deslumbró una selección que se notaba diferente: Paraguay. Con jugadores que seguían un plan, que tenían un orden y que buscaban con ahínco cumplir ese objetivo, los guaraníes se mostraron superiores a los demás; sus concepciones del juego mostraron un progreso que va a influir en los equipos de su país. Iguales conceptos para Bolivia, un grupo alegre, ligero, que mostró ganas de gustar con una generación de jovencitos con mucha ambición; no tuvieron aprensiones por el compromiso, y se divorciaron de un fútbol que tenía media vida de estancamiento.

Si paraguayos y bolivianos consiguen encuadran a varios de estos jugadores en las selecciones mayores, cuidado, especialmente la gente del altiplano, primer adversario de la Vinotinto cuando en septiembre se reanude el largo batallar del Premundial.

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Paraguay. (Foto: Conmebol)


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