El pasado fin de semana fue de claroscuro para el fútbol venezolano. Fueron dos realidades, dos visiones, así en el fondo sea la misma por ser los dos técnicos representantes de la “escuela contemporánea” de las nuevas concepciones de juego. El viernes (día al que incluimos en el “fin de semana”) ante Australia la Vinotinto fue, por encima de todo, un equipo serio, que nunca perdió el objetivo, para alcanzar una victoria que si bien en la atmósfera internacional no es demasiado importante, para Venezuela sí es un aliento, una bocanada de aire puro, y mal que bien, el nacimiento de una nueva ilusión.
El sábado, ante Corea del Norte Sub-17, el aparente contraste. Y decimos “contraste” si lo vemos desde la simpleza del resultadismo, pero no desde la perspectiva de la confirmación de lo ante dicho: Fernando “colorao” Aristeguieta y Oswaldo Vizcarrondo parten de una idea futbolística que no se regodea en egocentrismo, en el lucimiento personal sino, respetando los principios del fútbol, en los valores del juego en conjunto, haciendo, en sentido figurado, la figura del acordeón. Ahora queda la espera del juego de anoche ante Canadá (escribimos esto horas antes) para ver si hay una ratificación del partido ante los australianos…
El enfrentamiento ante los coreanos mostró claramente las diferencias entre dos escuelas, llamémoslas así. Los asiáticos, velocidad y sorpresa; los venezolanos, técnica individual y juego al espacio. La Vinotinto cometió, en el primer tiempo, el error del galgo detrás del perro mecánico: correr con ellos por toda cancha. En el lapso segundo todo cambió; hicieron lo que parecía debido: esperarlos atrás y contragolpearlos para igualar las opciones. Así los coreanos sufrieron, porque no estaban preparados para tal estratagema…
Los dos partidos han sido, en fin, altamente provechosos para el fútbol nacional. Se siente en la lejanía, pero se siente al final de todo, que Venezuela podría armar una selección mayor competitiva, capaz, y que el fútbol menor, de edades, aunque suele ser tránsfuga por esa misma condición cronológica, se ve que tiene un trabajo visible, apreciable, en el sendero de aportar soluciones. Y ahora, una sugerencia que, más que un deseo, parte de una necesidad. No se sabe si, puertas adentro, la Federación Venezolana tiene visto al nuevo director técnico para la carrera hasta el 2030, no se sabe.
Pero “mirando el mar”, que es como ver a la distancia, ¿qué tal sería establecer una dupla joven, con conocimientos a estrenar, con desmedido amor por el país? ¿Qué tal sería que Aristeguieta y Vizcarrondo asuman tan espinosa pero hermosa empresa de dirigir a la Vinotinto para el Mundial?
Nos vemos por ahí.
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