De San Remo a Caracas


Si bien Caracas no es una ciudad fácil de administrar, hay situaciones que suceden a diario en la ciudad que no tienen una explicación razonable en cuanto al origen de su naturaleza. Y como ejemplos sobran, voy a colocar uno que llama la atención por su ubicación, su impacto y lo absurdo de su existencia.

Si miramos como un todo la vía que comunica los estadios de la Universidad Central de Venezuela con la Zona Rental de Plaza Venezuela, la avenida Las Acacias, la avenida Casanova, el bulevar de Sabana Grande y la avenida Libertador, la imagen obtenida casi a todas horas es sencillamente cualquiera que nos recuerde la palabra caos.

Los accesos a los estacionamientos de los estadios de la UCV se convirtieron en un terminal de autobuses de todos los tamaños sin límites, ni en extensión, ni de normas de ninguna clase. Ese terminal que llega hasta la Zona Rental es una fuente de ruido, desorden y basura. Al estar el mismo en un lugar no planificado para su funcionamiento, entorpece el tránsito en una zona de alto flujo de toda clase de vehículos. Además, el genio que autorizó tal locura, obviamente nunca pensó en las incomodidades y malos tratos que sufren a diario los usuarios de a pie por parte de los empresarios del transporte.

Luego de pasar este tapón, se tropieza usted con la locura de la avenida Las Acacias: carros haciendo doble o hasta triple fila a la izquierda y a la derecha. Una línea de buses dueña de dos canales con pasajeros que hacen la cola en plena calzada. Motorizados tomándose, porque sí, todo un canal y hasta las aceras, en espera de clientes que buscan o envían algún encargo. Y en plena Torre La Previsora a alguien se le ocurrió, como el marido engañado que vende el sofá o el que al barrer mete el polvo debajo de la alfombra, colocar una vaya entre la acera y el pavimento, con lo que únicamente logró –literalmente– mover el problema unos centímetros y reducir aún más el espacio para la circulación de los conductores.

¿Y las autoridades?, bien gracias. Tal vez no circulan por ahí. El asunto no es solamente un problema de urbanismo, sino de orden público, es decir, de la alcaldía en cuanto al orden del territorio en el que ejerce o debe ejercer sus competencias. Tampoco se ve que la Policía Nacional Bolivariana pase por ahí con la intención de ayudar a corregir o al menos aminorar este caso de esquizofrenia urbana.


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