De San Remo a Caracas


Juan de Pimentel, primer gobernador de la provincia de Caracas, a quien le debemos el primer plano de la ciudad, en carta dirigida al rey fechada el 1° de diciembre de 1578 desde la embrionaria población de Nuestra Señora de Caraballeda, iniciaba su relación llamando “Caracas” a toda una extensión de tierras que está en la costa del mar cuyo nombre tomó de los indios caracas quienes la designaban así por la cantidad de bledos.

Un bledo es una variedad de acelga que se presenta bajo dos especies, unas blancas y otras rojas. Para los españoles estas plantas crecen como gamelote. De ahí que no se le dé un gran valor y se utilice para decir que algo importa muy poco o nada, que origina en el refranero castizo “dársele o importarle a uno un bledo”, es decir, significa que se siente hacia una cosa o persona la más absoluta indiferencia. A ese tipo de acelga le llamamos yerba pira. Ángel Rosenblat en sus Estudios sobre el habla de Venezuela. Buenas y malas palabras, nos dice que la pira lo constituye un conjunto de vegetales cocidos, un plato del Viernes Santo y que equivale al pisto español. De excelentes propiedades nutricionales, análogas a la espinaca, también es medicinal como oxigenante cerebral y antiinflamatorio, recomendada para la fatiga y el estrés, por lo que bien valdría la pena incorporarla al menú de los caraqueños. En su célebre periplo explorador a nuestras regiones equinocciales, serían Humboldt y Bonpland a principios del siglo XIX quienes les darían nombre y apellido en el repertorio botánico: Amarantus caracasanus y Alternanthera caracanasa.

Caracas para los caribes, bledo lo catalogan los españoles, pira el pueblo, amarantus los científicos. Andrés Bello recuerda a la yerba caracas en su Oda al Anauco en “las márgenes amenas / vestidas de amaranto”. Han pasado más de cuatro siglos desde la fundación de la ciudad, y esta planta relegada, aún crece obstinada a la margen de quebradas, entre grietas de calzadas y muros, de noble carácter, que yergue en cualquier terreno inculto, mostrando su delicado color al aire de sus floridas espigas erectas. Así es la yerba caracas, como bien lo dice Irma de Sola: de una persistencia ejemplarizante, símbolo de la perennidad de Caracas -y agregamos- de una Caracas insurgente.


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