Los niños venezolanos están descubriendo que la ciencia puede ser tan apasionante como cualquier juego digital. Recientes investigaciones confirman lo que pedagogos intuían: la infancia es la etapa perfecta para desarrollar habilidades científicas que moldean el desarrollo cognitivo, motriz y social. Prueba de ello, es que cada vez hay más padres que sustituyen pantallas por juegos didácticos científicos o inscriben a sus hijos en actividades extracurriculares que alimentan la curiosidad de los infantes.
Un estudio de la Universidad de Úlster, en Irlanda del Norte, descubrió que a los 5 años los niños ya han formado una imagen básica de las ciencias aplicadas en el mundo; a los 7 años, desarrollan una actitud positiva o negativa hacia la disciplina que probablemente mantendrán por mucho tiempo. Esta ventana de oportunidades es crucial para sembrar la pasión por la exploración científica desde edades tempranas.
Venezuela construye su ecosistema científico desde la base desde hace algunos años, con rutas de aprendizaje de manera lúdica con el secreto de convertir el aprendizaje en una aventura; con estos programas se han descubierto talentos que han llegado a representar al país en competencias internacionales, como el reciente triunfo en el evento AI FOR GOOD 2025, en Suiza.
En este particular, se realizaron las Primeras Olimpiadas Científicas Juveniles: donde la teoría encuentra sus alas, donde 300 estudiantes de los 24 estados del país se dieron cita bajo el lema «Plumas y cantos: Explorando el mundo de las aves», los 50 equipos participantes abordaron temas como biodiversidad, ornitología y diseño de planes de conservación. El evento coronó a 18 equipos con medallas de oro, plata y bronce, validando el estudio de Úlster y demostrando el potencial científico juvenil venezolano.
Beneficios que trascienden el aula: por qué la ciencia temprana transforma vidas
Desarrollo cerebral acelerado
El 90% del desarrollo cerebral ocurre antes de los cinco años, según la Academia Americana de Pediatría. La exposición temprana a estímulos científicos aprovecha esta plasticidad neuronal extraordinaria, creando conexiones que serán la base del pensamiento complejo en la vida adulta.
Pensamiento lógico-metodológico
La ciencia enseña a los niños que cada acción tiene una reacción medible. Cuando experimentan con texturas, reacciones químicas simples o construcción de circuitos, internalizan el *método científico* como herramienta para resolver problemas cotidianos, no solo académicos.
Preparación para el futuro
En un mundo donde tecnología soluciona problemas en salud, comunicación y ambiente, los niños que «aprenden haciendo» desarrollan competencias clave. Como señalan los movimientos de Futurven (Futurismo Venezolano), Venezuela tiene potencial para convertirse en potencia tecnológica si articula esfuerzos públicos y privados desde la base.
El éxito de estas iniciativas plantea un desafío mayor: construir un ecosistema donde esos talentos encuentren aquí su universo profesional. Como señalan los Semilleros Científicos, no basta ganar torneos internacionales; necesitamos que esos «robots de juguete» se conviertan en motores de desarrollo.
Esos 300 niños observando aves en las olimpiadas, los 400,000 sensibilizados por los Semilleros Científicos, los pequeños que conversan con hologramas de Bolívar en La Carlota, son la prueba viviente de que Venezuela está cultivando su propia revolución científica. Una que nace desde las raíces, con identidad nacional y mirada global con auténtico sello venezolano.
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