De ser un perro agresivo a un angelito


Le decían Ninja, “El Chuzo” y a veces, hasta Sicario, nombres que hacían gala a su forma de atacar. Porque, sí, él de verdad, podía ser un perro muy agresivo. Pero hoy, después de mucha voluntad y lealtad de ambas partes, mi Pol, es un sol.

Todo comenzó, cuando papá se antojó de comprar un terreno y construir la casa en donde viviríamos. El perro era del terreno y para nosotros, no era problema tener un perro. Papá se ocupó de todos los detalles de construcción y una empresa instaló una casa prefabricada en poco tiempo.

Los obreros y trabajadores, todos, tenían algo malo que decir del perro y lo apodaban con nombres como los que mencioné antes y peores. Mamá y yo fuimos varias veces mientras terminaban de montar todo y de verdad, el perrito nunca nos hizo nada, pero tampoco se acercaba.

Yo buscaba unos potes y le ponía agua y comida, pero para mi, era algo que hacer para conocerlo mejor. Si noté que no se acercaba hasta que yo me alejara y como lo veía un poco estresado de verme, me alejaba mucho y a veces me escondía.

En la casa, cuando ya era uno de la familia

Mordió al señor que instaló la cerámica de los baños, al que puso las rejas y los albañiles nos decían que por favor no lo dejáramos pasar, que ese perro era muy malo. Bueno, un día dije, no puede ser que todos hablen tan mal del perro. (Aun no tenía nombre).

Así que faltando poco para que terminara la obra, me instalé desde la mañana hasta la noche y me di cuenta que si le demostrabas miedo, se hacía malvado, pelaba los dientes y demás, intimidaba hasta que le dieras de comer.

Entonces fue cuando dije, es hora de conocerlo mucho mejor. Durante la mudanza, estaba estresado e inquieto, llegué temprano, le puse agua y comida como siempre y él a mi, me veía con respeto, se ve que había pasado mucha hambre y que tuvo que pelearse con otros perros por comida, cuando vivió solo o en la calle.

Ese día me llevaron comida y como buen perro se sentó a pedirme comida mirándome fijamente. Yo lo ignoraba completamente, hasta que se acercó y me tocó con su pata. Esa fue la primera vez, que teníamos contacto, nunca tan cerca, me asusté pero no lo miré, para evitar contacto visual.

Para mi sorpresa, el perrito recostó su cabeza en mi pierna, dentro de mi dije: Ya está que me mordió. Pero fue muy tierno y me atreví a poner la mano con un poco de lo que comía y puse mi palma abierta con un pedacito de carne con pan y me hice la que no lo estaba mirando.

Este es el cantante que me inspiró el nombre de mi Pol

Comió, me lamió la mano y no me mordió. Estaba un poco nerviosa, pero noté que él confiaba en mi. Entonces yo decidí confiar en él. Se me ocurrió ponerle Pol, por un cantante que salió en uno de esos programas de concurso, se llama Pol Potts.

Pasaron los días y poco a poco, noté que él quería que yo lo tocara. En casa él era como si no existiera, ni mi papá, ni mi mamá, lo veían, tampoco era que no lo querían, era que preferían no verlo porque los cuentos de sus mordidas, quedaron para la historia.

Había una hamaca en la parte de atrás, donde estaba su comida, su agua y una camita que le pusimos para que se sintiera cómodo. Yo me acostaba allí y él siempre se quedaba conmigo, si me levantaba para ir a algún lado, me acompañaba. Poco a poco empecé a tocarlo. Se dejó.

Creo que él necesitaba sentirse querido y que nadie le haría daño. Mi familia, no lo tocaba, pero siempre le hablaban y él hacía caso. La prueba de fuego fue llevar al veterinario, un extraño que lo va a tocar y lo va inyectar, estaba preocupada.

El veterinario fue tan amable con él, que solo me asusté cuando me dijo ponle el bozal… nunca le había puesto nada, solo lo tocaba y hasta panza arriba, pero un bozal. Pues, Pol se dejó. El amor todo lo puede.

Ya Pol es un viejito, nunca volvió a morder. Ya no vivo con mis padres, pero Pol está conmigo y confiar en él, fue de las mejores decisiones, nunca me falló y yo nunca lo dejé, ni lo pienso dejar, aunque esté ancianito.


ultimasnoticias.com.ve

Ver fuente