De San Remo a Caracas


Cuando la Universidad Bolivariana de Venezuela fue fundada en 2003, los aspirantes a impartir cátedra en esa casa de estudios iniciaron un Programa de Inducción Docente que consistía en un mes de clases, lecturas y exámenes. La idea era “resetear” a más de 200 hombres y mujeres que habían sido formados por años, tal vez décadas, para trabajar en un sistema de educación excluyente, deshumanizado y, lamentablemente, orientado a formación profesional para el mercado y no para el desarrollo del país. El objetivo era lograr un cuerpo profesoral renovado, consciente de su labor social y del estado actual de la cuestión en materia pedagógica.

Un texto clave de ese proceso de aprendizaje fue Los siete saberes necesarios para la educación del futuro de Edgar Morin (Paidós, 2001). En síntesis, el libro de este célebre pensador francés, escrito en 1999, propone modificar nuestro pensamiento, reconsiderar la organización del conocimiento y por tanto, reformular las políticas y los programas educativos, pues en los albores de un siglo que se iniciaba bastante convulso y pleno de incertidumbres, la formación crítica de las niñas, niños y jóvenes se asomaba como la única solución posible para enfrentar el futuro.

Hoy, a las puertas de 2025, es decir un cuarto de ese siglo XXI que abismó a Morin, las amenazas son más evidentes y las incertidumbres más palpables que nunca. Ante esto, la educación, en palabras del filósofo, es “la fuerza del futuro”. Pero esto es algo que políticos, decisores, planificadores, gerentes educativos y, sobre todo docentes, debemos tener muy en cuenta y actuar de manera urgente.

No hay espacio para explicarlos, pero es obvio que hemos de nombrar esos siete saberes que todo docente debe conocer: 1) Las cegueras del conocimiento o los errores que no nos permiten acceder a este; 2) Los principios del conocimiento pertinente o enseñar a resolver problemas concretos; 3) Explicar la condición humana como objeto esencial de cualquier enseñanza; 4) Instruir sobre la identidad territorial o enseñar críticamente la historia de la era planetaria; 5) Formar a los jóvenes para enfrentar las incertidumbres que les rodean; 6) Enseñar a comprender, no a memorizar; y 7) Promover la ética como un eje transversal.
Solo así podremos enfrentar juntos, docentes y estudiantes, el destino que se avecina.

IG: @ajnunez_profesor


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