El duelo invisible: la tristeza también merece respeto


Alejandra trabaja en una empresa de consumo masivo. De lunes a viernes, de 8 de la mañana a 5 de la tarde, es puntual y responsable con el trabajo, nunca falla con los compromisos laborales. Sin embargo, hace unas semanas su mundo se vino abajo: perdió a Aurora, su perrita de 17 años, con la que había compartido gran parte de su juventud.

El dolor fue tan fuerte que apenas podía levantarse de la cama. Sus amigos dicen que nunca la habían visto tan afectada, ni siquiera cuando falleció su madre. «Es como si me hubieran arrancado una parte de mí», confesó. En la oficina pidió permiso porque no podía dejar de llorar ni concentrarse en su trabajo. Solo ayer, tras varias noches en vela, logró descansar un poco.

Historias como la de Alejandra se repiten con frecuencia y muestran una verdad difícil de ignorar: el duelo por una mascota es real, profundo y necesita ser reconocido.

Una ley que atiende una necesidad

En Chile, el tema llegó al Congreso. La Comisión de Trabajo de la Cámara de Diputados aprobó por unanimidad el proyecto conocido como «Ley Duque», que de ser aprobada, podría otorgarse un permiso laboral a quienes sufran la pérdida de un animal de compañía. La propuesta, que se pretende incorporar al Código del Trabajo, reconoce el lugar que ocupan las mascotas dentro de la familia.

«El fallecimiento de una mascota provoca un duelo real. Este avance humaniza el mundo laboral y reconoce ese dolor», explicó el diputado Diego Ibáñez.

Un debate internacional

Mientras Chile abre camino, otros países también discuten este tema. En Colombia, el Congreso estudia un proyecto que otorga un día de licencia remunerada por la muerte de un perro o un gato. En España, aunque no hay regulación oficial, algunas empresas como Patitas&Co ofrecen hasta tres días libres a sus empleados en estas circunstancias, conscientes de que perder a un animal puede ser tan doloroso como despedir a un familiar.

En Estados Unidos, Canadá y Francia, varias compañías han implementado políticas similares, concediendo entre dos y cinco días de licencia por duelo de mascota.

Para muchas personas, un perro o un gato, es sinónimo de familia y al perderlos, el dolor es muy profundo

El vacío silencioso

En la entrada de su casa, Alejandra aún conserva la correa de Aurora. No ha podido moverla, como si mantenerla allí fuese una manera de esperar su regreso. Para ella, como para miles de personas, las mascotas no son «solo animales»: son parte de la vida, cómplices de alegrías, tristezas y recuerdos que marcan etapas enteras.

La «Ley Duque» busca reconocer esa realidad y ofrecer un mínimo gesto de respeto: un día de permiso laboral para despedirse de quien, aunque de cuatro patas, fue familia.

Más que un día libre

La discusión trasciende lo laboral. Se trata de un cambio cultural que reconoce un vínculo profundo que hasta ahora permanecía en silencio.

Como dice Alejandra, mirando el rincón donde Aurora solía dormir:
«El trabajo puede esperar, pero mi corazón necesita llorarla».


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