Pérez Jiménez perdió el poder tratando de destruir la OTAN y anexar Suramérica a los Estados Unidos. Desde su fundación a los Estados Unidos los han habitado dos tendencias opuestas, una aliancista con Inglaterra, yorkina por nombre original y desde 1949 llamada OTAN, y una opuesta, antibritánica y anti OTAN, personificadas actualmente por Biden y Trump.
En 1956 salió la gran ola árabe que había predicho Moreno Huérfano: Gamal Abdel Nasser nacionaliza el Canal de Suez, en respuesta, Inglaterra y Francia, accionistas del canal, invadieron Egipto y poco después se sumó Israel, en ejercicio de su razón de ser.
Masiva derrota fue la de los egipcios. Los diarios pintaban al David judío triunfando sobre el gigantesco Goliat egipcio, pero entonces apareció otro gigante, la Unión soviética, Nikita Kruschev les dio a los invasores 72 horas para retirarse de Egipto. Los invasores apelaron a los Estados Unidos, a la obligación que les pautaba la OTAN de apoyarlos.
¿Qué hacen los estadounidenses? ¿Amenazan al ruso, como buenos tíos fuertes de los invasores? Nada de eso. Eisenhower dijo a los ocupantes de Egipto que debían salir a la brevedad posible de un territorio donde nunca debieron poner los pies. El mensaje era que muy torpes habían sido sirviéndole a Nikita Kruschev el perfecto pretexto para aparecer como el héroe salvador de los árabes. Con humillante retirada tuvieron que salir de Egipto ingleses, franceses y judíos. El motivo de la anti-otanista conducta de Eisenhower debió ser el miedo a una ola que estaba corriendo sobre el Medio Oriente, una ola inmensa de popularidad llamada Gamal Abdel Nasser. La nación árabe despertaba con este nombre y este discurso. Esta circunstancia fue leída por Pérez Jiménez, según conversación con el autor de esta nota, como señal favorable a su plan, siente que es llegado el momento de dar su gran golpe, que denomina «cuadrar el mapa». Cuadrar el mapa significa recuperar trozos perdidos por Venezuela en la Guayana Esequiba y en Colombia. Por el lado de Colombia, se prepara para conquistar la península de La Goajira, garantizando la perfección del control del lago de Maracaibo por Venezuela, sin inmediateces colombianas al petróleo e incluyendo las minas de carbón de Cerrejón, que pasan por las más ricas del mundo. Igualmente conquistará la zona limítrofe colombiana hasta el apostadero del Arauca que, trazando una raya recta hacia el sur, llega al sitio donde se encuentran Perú, Brasil y Colombia. Es una enorme banderola que daría a Venezuela acceso al río Amazonas. Esto la parte más anexionista del proyecto perezjimenista.
Pero otra cosa grande será en la Guayana Esequiba. Preparando eso envió a estudiar a Estados Unidos cadetes que se hicieran expertos en el manejo de cierto tipo de aviones de combate, compró los dichos aviones. La marina, dotada de modernos destructores, está activada bajo comando de dos contralmirantes, Wolfgang y Carlos Larrazábal, hermanos y de alta confianza del dictador. Se excavaron carreteras en la Guayana venezolana que llevan todas a la frontera con Guyana, por las cuales avanzarán los tanques. El oficial señalado como comandante de la operación es el general Franz Rísquez Iribarren, que ya había dirigido una misión a las fuentes del Orinoco y el caño Casiquiare.
La Venezuela de tales preparativos se condensa, simbólicamente en las dos torres de El Silencio, situadas en el centro de Caracas y que eran en aquella década de los cincuenta, las mayores de América Latina. Centra esta especie de sagrario del perezjimenismo constructor, la plaza techada «Diego Ibarra», centrada a su vez por un mural de César Rengifo, pintor comunista, dedicado al mito de Hamalivaca, en el que se muestran, evocan y citan los caminos del agua, que existieron y se activaron en tiempos de los indios. Equivalente función simbólica tiene la estatua de María Leonza, del escultor y esotérico Colina, que se colocó en la plaza de la Universidad Central de Venezuela. Gruesa, realizada en tosco cemento, sería mudada por exigencia de la iglesia católica a una isleta situada dentro de la autopista del Este, en con tacto diario y físico con el tráfico automovilizado de Caracas.
María Leonza es el nombre español de la diosa indígena Yara, cabalgante de una danta, animal que puede aludir al canalismo en cuanto igual avanza por la selva que por el agua o puede ser cita de las que habitan dentro de la cueva vecina al poblado de Capacho en el Táchira natal de Pérez Jiménez.
La versión francesa o española de María Leonza, representada por Eugenia de Montijo en su trono de emperatriz de Francia, será objeto de difusión masiva por la policía en los años finales de la dictadura perezjimenista. Estuvo candidateada a fingirse diosa en una invasión francesa por el Orinoco e inauguró el canal de Suez sostenida como mascarón de proa desde el yate El águila.
De agua hablan también los nombres —Boquerón 1 y Boquerón 2— de los túneles de la autopista que comunica a Caracas con su puerto de La Guaira, obra que resalta el orgullo del régimen, comparable, según sus propagandistas, al Canal de Panamá.
Boquerón hablaba de agua y de guerra y de unidad de América del sur, pues es un punto clave de unión de ríos que se habían disputado Bolivia y Paraguay en la Guerra del Chaco. Nombrar a Boquerón era ingresar una vez más al tema canalero, pues la dicha unión de ríos constituye acceso a una vía de salida de Bolivia hacia Brasil y el mar Atlántico por el estuario del Plata, salida que se hizo urgente y desesperada cuando una decisión del tribunal de La Haya condenó al país con nombre de Bolívar a la pérdida de su salida al Pacífico, salida que le era natural y que poseía cuando lo creó Antonio José de Sucre e incluso antes. El taponamiento llevó a Bolivia al intento desesperado por el Atlántico, a costa de Paraguay. Fracasó y tuvo por su batalla más terrible a Boquerón. Boquerón significaba, pues, el taponamiento de la «tierra corazón» de América del Sur pero también canal interamericano impedido hasta ahora por Inglaterra.
Otras torres gemelas hay en el monumento llamado Los Próceres, que abre la puerta de la ciudadela militar Fuerte Tiuna, otras marcan la imagen de Brasilia, la ciudad aspirante a capital suramericana de la América panamericana que mueve Juscelino Kubistchek. Brasil comparte con Venezuela estos planes sobre el Esequibo como lo describe Altuve Carrillo en Yo fui embajador de Pérez Jiménez. Otras torres gemelas hay en los Estados Unidos.
El agua, la OTAN, y el derrocamiento de Marcos Pérez Jiménez
Había prisa, el New York Times publicaba artículo tras artículo contra el dictador, enviando un mensaje que bien sabían leer los militares venezolanos.
Entretanto, la crisis de la OTAN crecía. Considerándose traicionados por los norteamericanos, los ingleses dijeron «basta» y la organización quedó casi disuelta.
Si el distanciamiento entre los Estados Unidos e Inglaterra se hubiese acentuado, Pérez Jiménez habría triunfado, Guayana Británica habría sufrido una invasión tipo blitzkrieg y, según Moreno, habría sido creada la Israel esequiba.
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