Tantas cosas ocurren algorítmicamente en las redes, insoportables como una pesadilla. Y otras en la realidad del sueño. Continuamos en un baile perpetuo de Catrinas. No hay un Día de los Muertos; es su estado natural. ¿Es la vida? La Bondi, un bombón de caramelo imperial, cocina fake news en altos índices de delirio moralino, mientras un grupo de marines del american dream pasean en buques de guerra atómicos por las aguas de nuestras costas. Imagino a mi amada Marilyn Monroe sirviendo de festín con un pantalón roto fashion de la modernidad tardía.
Seguramente tendrá algunos roticos cerca de la Totona de Andrés Bello. Los marines en cambote con las selfies visibles en camarotes o banquetes colectivos, impregnados de droga zombie, fentalino, se masturbarán. En busca de narcotraficantes y sus carteles del Sol, mientras en Skid Row, calle de Los Ángeles, los homeless, en un espectáculo “inusual y extraordinario”, dixit Obama 2015, que ni Madonna ni Michael Jackson hubiesen hecho mejor, configuran a la mejor usanza de Goya una visión de un picnic que incluye hasta carritos de supermercado y dispositivos para banquete con cócteles de cannabis. Será viral, porque algo similar se posiciona en el marketing and advertising gringo y sus mass media transnacionales corporativos. Reforzado por el espíritu de sus influencers de Silicon Valley.
Más intenso, imposible. Desde mi cuerpo maltrecho y mis humores eróticos en punta, te sigo deseando, Marilyn. Ya suicida. Los destructores gringos, como tiburones somnolientos, se rascan la panza y nosotros aquí con José Gregorio Hernández, quien será el primer santo de sombrerito de hongo, nos recuerdan que en la amenaza extranjera frente a nuestras costas, Cipriano Castro, en modo peligroso por intenso, proclamó: “¡La planta insolente del extranjero ha profanado el sagrado suelo de la Patria!”.
Mientras intenso, nuestro santo, se alistaba presto a defender la Patria, su soberanía e independencia, mientras Bondi, en su mood gringo, trataba de encontrar a los intensos de la DEA y la banca del lavado, en vez de en el Wall Street de los Illuminati; en su cabecita loca, casi blanqueando a los narcos fondeados en el Caribe. Más intenso y peligroso imposible.
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