Desde 1820 el general rioplatense José de San Martín incursionaba en Perú para afianzar la liberación de la América Austral. Venía el héroe del sur con resonantes triunfos en Chacabuco y Maipú con los que conquistó la libertad de Chile, así como de una fuerza militar expedicionaria que denominó Ejército Unido. En 1821 San Martín, tras negociaciones infructuosas con el virrey La Serna, sitió y ocupó Lima, donde proclamó el 28 de julio de 1821 la independencia y días más tarde sería nombrado Protector con mando en lo civil y militar.
Durante su mandato en tierras peruanas (desde el 3 de agosto de 1821 hasta el 20 de septiembre de 1822) San Martín apoyó con anuencia de sus colaboradores más cercanos (Bernardo de Monteagudo, Juan García del Río, Diego Paroissien) la implantación de una monarquía constitucional con un príncipe europeo al frente. Por otro lado, decretó la libertad de vientres y la abolición del tributo indígena, creó la orden Sol del Perú, fundó la Biblioteca Nacional y la Sociedad Patriótica, estableció la libre imprenta, abrió las puertas del comercio, contrajo un empréstito para continuar la campaña militar, mantuvo el culto católico como único del Estado, expulsó a los españoles contrarios a la causa y confiscó sus bienes.
Sin embargo, en el terreno militar, la guerra se tornaba cuesta arriba para el Protector. El virrey La Serna tomaba fuertes posiciones en la Sierra y fijaba en Cuzco su capital; el gobierno de Buenos Aires, que en tiempos de Pueyrredón ayudó a organizar el Ejército de los Andes, le cortó la ayuda por negarse combatir a los federales rioplatenses; Chile tampoco podía costear más la aventura peruana; San Martín, por tanto, debía recurrir a Bolívar, a quien había dado fuerzas para liberar Quito, o ver sucumbir lo alcanzado en Perú.
En julio de 1822 desembarcó en Guayaquil para entrevistarse con el Libertador. Sobre el encuentro se ha dicho mucho y escrito otro tanto en menoscabo de Bolívar, si bien el resultado público fue: “Lleva 1.800 colombianos en su auxilio, fuera de haber recibido la baja de sus cuerpos por segunda vez, lo que nos ha costado más de 600 hombres; así recibirá el Perú 3.000 hombres de refuerzo, por lo menos” (Carta de Bolívar a Santander, 29 de julio de 1822)
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