Si hay algún escritor venezolano que puede llevar al lector a narraciones imposibles y a baladas místicas, ese es Gabriel Jiménez Emán.
Es un creador prolífico de literatura, en los distintos géneros. Entre sus obras están Los dientes de Raquel (1973), Relatos de otro mundo (1987), y Solarium y otros poemas (2015).
Hoy 23 de abril se celebra el Día Internacional del Libro y el Día del Idioma, y este literato, Premio Nacional de Literatura de Venezuela 2019, comparte su reflexión para definir el libro y sus mundos.
“El libro es un objeto complejo, trazado por el lenguaje escrito en su libertad, donde están depositados el pensamiento, la sensibilidad y la imaginación; en él se cifra y se descifra, a la vez, el mundo”, definió.
Comentó que la lectura nos permite el contacto sensible e intelectual con la otredad, con lo visible e invisible y las relaciones imaginarias. Es un “diálogo con lo que creemos conocer y lo desconocido”.
Dijo que los libros y, también las revistas, como transmisores de cultura, han jugado un papel importante en Venezuela. “Debemos preservarlos contra viento y marea. A pesar de las dificultades económicas en el país, las editoriales siguen publicando, se hacen ferias de libro a nivel nacional, hay festivales de poesía; aunque esto último también debería suceder con la narrativa”.
Opinó que la presencia tan potente del libro digital no es una amenaza para el físico, “se complementan. El impreso estimula el sentido del tacto y acontece una relación más íntima con el lector”.
Piensa que Don Quijote de la Mancha de Miguel de Cervantes, es “la mejor novela del barroco español del siglo XVII. Hay una suerte de apoteosis de la imaginación delirante, cuando la mente se encuentra asfixiada por las convenciones del pensamiento cartesiano”.
Invitó a la lectura de autores venezolanos, creando una lista (no excluyente) de ocho libros en distintos géneros. En novela: País Portátil de Adriano González León y Memorias de Altagracia de Salvador Garmendia; en cuento: La tuna de oro de Julio Garmendia y Cuentos Grotescos de José Rafael Pocaterra; en ensayo: Comprensión de Venezuela de Mariano Picón Salas y Ensayos temporales de Ludovico Silva; en poesía: Los poemas perseverantes de Arvelo Larriva Enriqueta y Paisano de Ramón Palomares.
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