Francisco Rodríguez propone un gobierno compartido entre chavismo y oposición


El economista venezolano sostiene en la revista Foreign Affairs que Venezuela necesita una transición pactada en la que el oficialismo asigne cuotas de poder a la oposición en ramas clave del Estado, como el Tribunal Supremo de Justicia, el Consejo Nacional Electoral, el Poder Ciudadano y la Contraloría. Y que solo así podrían celebrarse elecciones libres “dentro de tres o cinco años”

Con el título “Un gran acuerdo con Venezuela”, el economista venezolano Francisco Rodríguez —profesor de la Universidad de Denver en Asuntos Internacionales— asegura, en un análisis publicado en la más reciente edición de la revista Foreign Affairs, que Estados Unidos no logrará desplazar al gobierno de Nicolás Maduro por la fuerza, sino impulsando una transición mediante la diplomacia.

Una transición que permitiría que el gobierno de Nicolás Maduro continúe, pero compartiendo los Poderes Públicos con la oposición.

En su análisis, Rodríguez afirma que una acción de fuerza contra Venezuela no resultará en ningún escenario favorable “salvo que se produzca una invasión”. E incluso si los esfuerzos de Estados Unidos tuvieran éxito en ese caso, sostiene que lo más probable es que las fuerzas armadas venezolanas sustituyeran a Maduro por otro miembro del círculo interno. Pero si, contra todo pronóstico, la oposición venezolana lograra tomar control repentino del país, advierte que “no existe garantía de que su ascenso conduzca a una transición democrática sostenible”.

¿Cómo evitarlo? Rodríguez asegura que Trump debería “llevar a los dos bandos venezolanos a forjar un acuerdo conjunto… y presentar una oferta que no podrán rechazar: un marco de coexistencia política con garantías institucionales”.

En la práctica, esto implica que el oficialismo acuerde la asignación de cuotas de poder para la oposición en ramas clave del Estado, como el Tribunal Supremo de Justicia, el Consejo Nacional Electoral y el Poder Ciudadano. “Representantes de la oposición en ocho de los 20 escaños del Tribunal Supremo, y otros cuatro magistrados seleccionados entre personalidades aceptables para ambas partes; proporciones similares deberían utilizarse para los nombramientos en el Consejo Nacional Electoral. Del mismo modo, las negociaciones deberán incluir el nombramiento de un nuevo fiscal general, un contralor general y un defensor del pueblo. Al menos uno de estos cargos debería ser ocupado por un candidato propuesto por la oposición, y otro por una figura aceptable para ambos bandos. Un contralor general imparcial o alineado con la oposición”.

Este acuerdo de coexistencia que propone entre el presidente y sus adversarios incluye que Maduro no abandone el poder de inmediato, sino que se “incentive a su gobierno a emprender una democratización gradual pero sustantiva”. Según Rodríguez, Venezuela no podrá organizar un proceso electoral libre y justo “hasta que su nuevo marco institucional esté consolidado y la economía muestre una recuperación clara, un proceso que probablemente tomará entre tres y cinco años”.

“Si el plan de Trump es forzar un cambio de régimen en Venezuela, podría estar encaminándose a un fracaso costoso y humillante. Pero si concibe el despliegue militar como un preludio a una iniciativa diplomática, tiene la posibilidad de obtener quizás el mayor logro de política exterior de su administración”. En este sentido, propone que Estados Unidos debería llevar a ambas partes del conflicto político a una mesa de negociación donde se obligue a cada una de las partes “a abandonar su objetivo de aniquilar a la otra y, en su lugar, aceptar compartir el poder”.

Rodríguez recuerda que algo semejante se intentó durante la primera administración Trump, cuando se propuso crear un Consejo de Estado con representantes del gobierno y de la oposición para supervisar una transición hacia elecciones libres y justas. Aunque ese plan fracasó, insiste en que “si se diseña correctamente, un acuerdo de coexistencia tendría altas probabilidades de democratizar Venezuela, al menos en comparación con las alternativas disponibles. Décadas de investigación en ciencia política muestran que este tipo de transiciones negociadas constituyen uno de los mecanismos más estables para poner fin a un régimen autoritario”.

Advierte que, de lo contrario, la oposición venezolana “podría utilizar la presidencia para buscar venganza… no ha condenado las deportaciones forzadas ni los asesinatos de venezolanos en el Caribe y ha abogado por sanciones que han dañado severamente la economía del país”. Y asevera que, si se produce una intervención militar desde EE. UU., Venezuela podría terminar en una guerra civil.

 


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