“Con los pobres de la tierra/quiero yo mi suerte echar”. Esas líneas de uno de los versos sencillos del apóstol José Martí definen para la eternidad su compromiso y ejemplo. José Martí ofrendó su vida por la independencia de Cuba y se entregó a la defensa de los pobres, los humildes.
El apóstol cubano dejaba claro sus ideas sobre la libertad, la justicia social, la igualdad y el bien comunitario. Decía Martí: “Las riquezas injustas; las riquezas que se arman contra la libertad y la corrompen; las riquezas que excitan la ira de los necesitados, de los defraudados, vienen siempre del goce de un privilegio sobre las propiedades naturales, sobre los elementos, sobre el agua y la tierra, que solo pueden pertenecer, a modo de depósito, al que saque mayor provecho de ellos para el bienestar común. Con el trabajo honrado jamás se acumulan esas fortunas insolentes”.
José Gregorio Hernández, el apóstol venezolano, dejó una impronta para las futuras generaciones de sus vivencias personales, de su mundo circundante y profesión de médico; escribió un tratado de filosofía y en su prólogo escribió sus sentimientos para con Venezuela: “Dotado como los demás de mi nación, de ese mismo amor, publico hoy mi filosofía, la mía, la que yo he vivido; pensando que por ser yo tan venezolano en todo, puede ser que ella sea de utilidad para mis compatriotas, como me ha sido a mí, constituyendo la guía de mi inteligencia. También la publico por gratitud. Esta filosofía me ha hecho posible la vida”.
Esos sentimientos escritos surcaron su vida y sembraron con su ejemplo esta tierra venezolana: de un ser generoso de pensamiento y acción, siempre al lado de los pobres de tierra, que comprendió muy bien el alcance de la solidaridad y el bien comunitario, de “hacer el bien sin mirar a quién”. José Gregorio Hernández al igual que José Martí tenía bien claro el significado del deber para con la patria.
José Gregorio Hernández sabía que la gratuidad de la salud y educación iba más allá de la caridad. Tenía claro que deberían ser para todos sin excepción y cuando pagaba la medicina con su dinero para ayudar a alguien, lo hacía por una necesidad de justicia social, de solidaridad y de amor a su prójimo. Es el mismo amor que lo llevó a alistarse en la circunscripción militar para defender a la patria en 1902. Fue coherente con su existencia.
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