Históricamente las culturas indígenas en Venezuela no han despertado un interés general dentro de la intelectualidad. No obstante, hay excepciones, sobre todo en el campo de la etnología y la antropología, que desde los albores del siglo XX se dedicaron a conocer, rescatar y difundir el legado de los pueblos prehispánicos en el territorio. Hablamos de pioneros como Julio César Salas, Lisandro Alvarado o Alfredo Jahn, y contemporáneos como Antonio Reyes, Miguel Acosta Saignes, Walter Dupouy, Gaspar Marcano, Mario Sanoja e Iraida Vargas, Fernando Arellano, Rafael Strauss y Esteban Emilio Mosonyi.
El indigenismo, entendido como expresión cultural de defensa y reivindicación de la herencia aborigen, tomó notoriedad en Venezuela en la década de los 50. Este movimiento artístico, académico, literario y político ya tenía terreno ganado en Perú, Bolivia y México con José Carlos Mariátegui, José María Arguedas, Luis E Valcárcel, José Sabogal, Alcides Arguedas, Miguel León-Portilla, José Vasconcelos, Manuel Gamio, Diego Rivera, David Alfaro Siqueiros, José Clemente Orozco, entre otros. Los gobiernos de estos países sostuvieron el indigenismo para fomentar ideas nacionalistas y una identidad originaria opuesta al hispanismo.
En nuestro país está corriente quedó expresada en los murales de César Rengifo, las esculturas de Alejandro Colina y las pinturas de Pedro Centeno Vallenilla. En 1948 se creó la Comisión Indigenista y en 1953 inicia la edición del Boletín Indigenista Venezolano. El Estado buscó así proteger a los pueblos ancestrales fuera de las misiones e incentivar el estudio metódico de su lengua, costumbres, historia y problemática social. Asimismo, se organizaron actos para homenajear a los caciques históricos que combatieron al conquistador ibero. Alejandro Colina creaba sus monumentales estatuas a Tiuna, María Lionza, Yaracuy y Manaure. César Rengifo su espléndido mural sobre el mito de Amalivaca en las Torres del Centro Simón Bolívar.
Era una época donde el indígena representaba lo autóctono, lo puro y la creación primaria de la nacionalidad. La resistencia de los caciques era ensalzada y la impronta de estos incorporada a la de los próceres de la independencia como hacedores de la venezolanidad. Nunca antes se alentó desde el Estado a las culturas aborígenes.
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