Jorge Jacko acaba de ser reconocido con el Premio Nacional de Cultura, mención Cine, y también es uno de los homenajeados en la celebración de los 128 años del cine venezolano. Con una trayectoria de toda una vida, es pieza fundamental del séptimo arte nacional, ubicándose en ese espacio a donde casi nunca llegan la fama ni los reconocimientos: el equipo técnico.
No en vano, cuando comenzamos esta entrevista, Jacko advierte: “Acuérdense que yo trabajo detrás de las cámaras, no adelante, entonces no es fácil para mí”. Eso no le impide contar su historia con máxima soltura y lujo de detalles.
¿Qué nos dijo? Que nació en Argentina y llegó a Venezuela siendo aún pequeño, amparado por una familia de cineastas. Que de joven sentía reconcomio hacia el séptimo arte porque era culpable de que su madre y su padre estuvieran siempre fuera de casa. Que lo intentó todo para ser una persona “normal”, pero que no se resistió al primer coqueteo de un estudio de cine en acción, y que desde ese día ya han pasado más de 60 años de feliz matrimonio con las películas venezolanas.


—¿Cuéntenos sobre sus inicios en el cine?
— Mi padre era director de fotografía y mi madre era editora. Siempre quise dedicarme a otra cosa, ser un tipo normal, porque yo sentía que el cine alejaba a mis padres de mí, nunca estaban, viajaban mucho. El trabajo de ellos nos trajo a Venezuela. Ya aquí, cuando yo iba a empezar a estudiar en la universidad, necesitaba dinero. Me había hecho muy amigo del hijo del dueño de Bolívar Films y él me dijo: ‘habla con el viejo a ver si te da trabajo’. Así fue, el ‘viejo Villegas’ me metió con un señor que estaba organizando el archivo.
—Usted ha presenciado los cambios generacionales entre la comunidad de cineastas. ¿Qué valoración puede hacer?
— Lo que yo estoy hablando es la época del cine que se hacía con las uñas y se hacía con mucho amor. El cine que se hace ahorita se hace con mucho entusiasmo y también con mucho amor, pero el manejo tecnológico hace que todo sea más violento, más rápido. En el pasado, por ejemplo, el cineasta estaba acostumbrado a imaginarse las cosas y a esperar al día siguiente el resultado en una proyección junto a todo el equipo… Hoy estamos en la procura de conseguir un nuevo cine venezolano. Creo que vamos por buen camino, sobre todo si se le da la oportunidad a la gente de hacer las cosas.
—¿Cómo se imagina usted ese nuevo cine venezolano?
— Creo que va a ser diverso. Ahorita hacemos una película de amor, como hacemos una comedia, una película política o de suspenso y misterio. No es un cine encajonado en un solo tema, que es un poco lo que nos pasó en la época de los 60 y 70, que nuestras películas eran todas muy parecidas. Además, es un cine que se hace más democrático en el sentido de los accesos a los recursos. Ahorita tú filmas una película con un teléfono. Si tienes una laptop más o menos, montas un programa gratuito y listo, no necesitas toda una sala ni hacer cola para entrar a montaje. Puedes hacer eso en tu casa. El secreto es reinventarnos constantemente.
—Cuénteme cómo ha vivido el proceso de digitalización del cine.
— Es el tema que más me atrae. La introducción de la nueva tecnología no es tan nueva. Viene creciendo desde hace muchos años. Lo que pasa es que al cine siempre lo hemos asociado con el celuloide, los proyectores y los rollitos. Del blanco y negro octocromático, donde a los actores tenían que pintarle los labios de negro porque la película no era sensible al rojo, se pasó al material pancromático que era sensible a todos los colores, dentro del mismo blanco y negro. Después empezamos a inventar el color, primero bipack, luego monopack y luego tecnicolor. En los 80 Kodak inventa el intermedio digital, que era una máquina para escanear el material fílmico, convertirlo en data digital, procesarlo y luego regresarlo a cine. El desarrollo tecnológico hizo que poco a poco todo se fuera pasando a digital: grabación, postproducción y copias, para proyectar en digital como es ahora.
—¿Le sorprendió el Premio Nacional de Cine?
— Para mí fue una gran sorpresa y ha sido una gran satisfacción. Yo desde ese día vengo disfrutando mi premio porque es un reconocimiento a 60 años de un trabajo del que me enamoré y que seguiré haciendo. Se me ha acercado mucha gente. Fueron mis padres los que me enseñaron a querer esta vaina. Yo a nadie le digo ‘haz cine’, pero los que están a mi lado se enamoran del cine porque soy demasiado conversador.
128 años desde maracaibo
Este martes 28 de enero se celebra el Día Nacional del Cine. Es así porque justo un día igual, pero de 1897, se proyectaron las primeras obras cinematográficas hechas en Venezuela en el Teatro Baralt de Maracaibo. Las películas que se exhibieron aquella vez frente a un público deslumbrado, eran en blanco y negro y no sonoras: Especialista sacando muelas en el Gran Hotel Europa y Muchachas bañándose en la Laguna de Maracaibo, cortometrajes realizados por el fotógrafo, cineasta, periodista y empresario maracaibero Manuel Trujillo Durán. Este martes se le rendirá tributo a sus hacedores en un acto especial de gala organizado por El Centro Nacional Autónomo de Cinematografía (CNAC) en el Celarg, desde las 4 pm.
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