De San Remo a Caracas


Una lectura obligada para los liceístas de ‘humanidades’ de fines de los 50’ era la novela de León Tolstói Guerra y Paz. Esto nos acercó a las guerras napoleónicas y su operación invasora a la Rusia del Zar Alejandro a inicios del siglo XIX. Es un trabajo detallado que toca un trágico período (1805-1812) apelando al binomio realidad-ficción.

Y de manera silente, nos preguntábamos por la paz que no veíamos en aquel escenario de la gran mortandad, que se presentaba continuada por todos los rincones dispuesta para la confrontación que estaba destinada a ver surgir una fuerza triunfante. Y ahí nuestra pregunta: ¿se alcanza de este modo la paz? ¿Todo aplastamiento a un enemigo y la consecuente ausencia de confrontación armada determina un tiempo de paz? ¿Con la derrota de Napoleón, que P. I. Tchaikovski celebra en su obertura 1812, quedan Rusia y sus aliados en paz?.

Y entonces Bonaparte, un hombre que se suponía continuador de los lineamientos de la Revolución iniciada en 1789, no cuenta con aquellos auspicios al coronarse emperador en 1804 y recibir la condena de seguidores como Beethoven, quien le había dedicado su Sinfonía ‘Heroica’ al considerarlo ‘un gran hombre’ y que retira al saberlo un emperador más.

Y para los impregnados del festivo ambiente de la derrota de la dictadura de Pérez Jiménez en enero del 58, no era viable pensar en los duros tiempos que nos aguardaban. En efecto, a partir de los 60’s se vive en esta Venezuela un estado de guerra continuada que deja a lo largo del camino una represión humano-espiritual de largo alcance. El preso, torturado, desaparecido o asesinado se convierte en algo permanente. A partir de 1964 se comienza a hablar de una ‘paz democrática’ que el gobierno dice asumir y que le sirve de cobertura para continuar su acción criminal. Y de nuevo preguntamos. ¿Cuál paz, qué es, dónde está?.

En aquella Rusia de Tolstói o la Venezuela de Leoni, Caldera y muchos otros momentos, vemos la guerra como acción destinada a aniquilar y someter al enemigo. Y ante esta realidad hay que tener en cuenta las palabras de El Quijote a Sancho: en toda guerra está presente la defensa de ‘lo mío y lo tuyo’, mi propiedad y la tuya. El odio, encono y fanatismo en defensa de mi propiedad y frente a tus ambiciones de poder. Y mientras esta sea la realidad, la guerra seguirá sin ningún asomo de paz, vista como polo opuesto a toda acción destructora.

@ABlancoMunoz


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