Los más recientes eventos climáticos en el país y el mundo imponen a los periodistas la obligación de asumir el cambio climático o crisis climática como un tema permanente en la agenda periodística, por encima de la cobertura que requieren las emergencias, las cuales responden únicamente al episodio del desastre.
La denuncia sobre la crisis climática es permanente, considerando las prolongadas sequías e inundaciones que resultan de tormentas y huracanes que traen consigo víctimas, destrozos de viviendas y poblaciones enteras. Esto sin contar otras consecuencias como los incendios forestales, la afectación del ciclo de las cosechas, la inseguridad alimentaria y de acceso al agua para el consumo en los grupos humanos más empobrecidos, el deshielo y la subida del nivel del mar.
La emergencia climática exige que el tema no sea solo un asunto de activistas que van a cumbres mundiales o de ONG.
Creemos que nos exige una cobertura permanente, en la que se eduque a la población sobre las causas del cambio climático y también sobre sus consecuencias, cómo afectan la calidad de vida, su incidencia en los índices de pobreza y la creación de conciencia para la preservación del ambiente. Hay que ir más allá del reporte del tiempo y adentrarse en las dimensiones locales de un problema que es global.
Es necesario que nuestras comunidades conozcan las condiciones topográficas y de riesgo en sus territorios, cómo actuar en medio de una emergencia y capacitarse en soluciones que abarquen desde el modo de vida hasta la adopción local de mecanismos que mitiguen los efectos catastróficos de un evento meteorológico.
Esta tarea no es exclusiva del Estado, los medios de comunicación pueden hacer un importante aporte desde lo local. Desde la política, la cultura, pasando por la economía y la salud, pueden abordarlo con diversas perspectivas, desde la denuncia hasta la científica, para incorporar una narrativa que explique el fenómeno fuera del pesimismo y lograr gestionarlo en el ámbito comunitario y gubernamental.
Desde la comunicación social tenemos que asumir la crisis climática como una oportunidad para difundir la implementación de prácticas positivas en la mitigación de riesgos y de soluciones que integren a las comunidades y los mecanismos para enfrentar este tipo de fenómenos.
No podemos acordarnos de Santa Bárbara solo cuando llueve.
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