Pasados cuatro décadas de la disolución de Colombia la grande, la situación de Venezuela era comprometida en lo fiscal y endeble en lo político. En 1870 Antonio Guzmán Blanco se había hecho con el poder pero sin consolidarlo. Entre 1871 a 1875 continuaría la guerra contra los conservadores reagrupados en varios estados del país. En el proceso un subalterno, Matías Salazar, se rebela pero termina fusilado. Por otro lado, León Colina, que también alza armas, acabó rindiéndose en Coro ante la superioridad numérica del ejército liberal. La paz temporal llega. Guzmán pacta con los caudillos regionales (Joaquín Crespo, Francisco Linares Alcántara, José Ignacio Pulido, José Gregorio Valera, Gregorio Cedeño, Hermógenes López, entre otros) periodos presidenciales de dos años para rotar en el poder a todos sus leales y calmar ambiciones.
La Venezuela durante el guzmanato fue una que sufrió transformaciones en todos los sentidos. Caracas cambió el aspecto colonial por uno cercano a lo parisino. Asimismo, el gobierno buscó atraer con más intensidad el capital extranjero, conectar los centros de producción agrícola con la costa por medio del ferrocarril, ampliar la comunicación telegráfica y secularizar el Estado. Decretó la instrucción gratuita y obligatoria, el matrimonio civil y la extinción de los seminarios religiosos. Guzmán fue anticlerical no anticatólico, es decir, limitó el control del clero sobre los asuntos del Estado, fomentó y apoyó a la masonería e inculcó con más carácter litúrgico el culto a Bolívar.
En términos estadísticos, para 1873 la población era de 1.732.411 habitantes y en 1881, con inclusión de los indígenas, de 2.005.139 personas. 45,2% hombres y 54,8% mujeres. Había 3.836 extranjeros, la mayoría españoles (2.141). La mortalidad infantil era de 27,8%. Los sueldos por jornal oscilaban entre 3 a 10 Bs. El uso del agua era limitado en algunas regiones carentes de lluvia o ríos de caudal permanente. En zonas como La Guajira, La Ceiba, la franja norte de Falcón, Carora, Quibor o Araya la limitada agua de lluvia era almacenada en aljibes, mientras que el tinajero era utilizado para conservarla en buenas condiciones. La comida del común era granos, pan, tubérculos y algo de carne cuando se podía consumir. La guerra y la demanda de cueros mermaban la oferta de reses.
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