La vieja herida sin sanar en la piel de Colombia


El atentado que sufrió el sábado 7 de este mes en Bogotá el senador y precandidato presidencial Miguel Uribe Turbay, del partido Centro Democrático, reabrió en la piel del pueblo de Colombia la vieja herida de los magnicidios o asesinatos políticos que han teñido la historia de ese país desde hace casi ocho décadas.

Uribe Turbay, nieto de Julio César Turbay Ayala (quien gobernó a la nación vecina entre 1978 y 1982) e hijo de la periodista Diana Turbay, asesinada en una operación de rescate cuando había sido secuestrada, fue herido de tres disparos a la cabeza y el cuello por un joven de 14 años, mientras realizaba un acto de campaña en la capital colombiana.

El mundo volcó su atención en la nación neogranadina y mientras el parlamentario lucha por su vida en una clínica bogotana, ha sido inevitable recordar el tenebroso historial de crímenes políticos que han oscurecido a ese país desde el 9 de abril de 1948.

Gaitán y más. Con seguridad el mayor peso histórico por sus repercusiones que se extienden por casi 8 décadas es el asesinato perpetrado contra el líder del Partido Liberal Jorge Eliécer Gaitán, el ya mencionado 9 de abril de 1948, que desencadenó en El Bogotazo.

El abogado que nació en 1903 fue alcalde de la capital colombiana y candidato presidencial disidente de su partido en los comicios de mayo de 1946.

El 7 de febrero de 1948 encabezó la denominada Marcha del Silencio, que movilizó a unas 100.000 personas, con los asistentes portando banderas y crespones negros, en memoria de las víctimas de la represión del gobierno del presidente Mariano Ospina Pérez.

Continuaría con sus acciones y discursos que lo consolidaron como el principal líder de entonces, hasta que el 9 de abril, a la 1 de la tarde, cuando salía de una reunión en su despacho para almorzar, un hombre le disparó tres balazos que le ocasionaron la muerte.

El asesino, Juan Roa Sierra, fue linchado por una turba en el lugar del crimen, mientras rápidamente se inició una rebelión popular que incendió tranvías, iglesias y edificaciones públicas y privadas. El pueblo exigía la renuncia de Ospina Pérez, mientras que los disturbios dejaron cientos de muertos y heridos en todo el país en una escalada que abarcaría buena parte de la década del 50. Este homicidio fue el detonante para la creación de las guerrillas en los 60 y marcó el inicio de la violencia que ha sido extendida hasta nuestros días.

A finales de los 80 del siglo pasado, los asesinatos a políticos cobraron una inusitada regularidad, comenzando por Jaime Pardo Leal, en medio de un exterminio desatado contra los miembros de la Unión Patriótica, cuyo vehículo fue abaleado por sicarios en Cundinamarca el 11 de octubre de 1987.

El 18 de agosto de 1989, el senador liberal Luis Carlos Galán, con marcadas influencias de Gaitán y amplio favorito para ganar las elecciones presidenciales del 90, fue acribillado por sicarios del Cartel de Medellín poco antes de iniciar un discurso de campaña en Soacha, Cundinamarca.

El 22 de marzo de 1990, el senador Bernardo Jaramillo Ossa, quien había asumido el liderazgo en la Unión Patriótica, dejado por Jaime Pardo Leal, perdió la vida ante los disparos de ametralladora efectuados por un menor de 16 años en el Terminal Puente Aéreo de Bogotá, a dos meses de las elecciones presidenciales.

Un mes después, el 26 de abril, el exguerrillero Carlos Pizarro Leongómez tomó un vuelo hacia Barranquilla en el cual también logró colarse Gerardo Gutiérrez Uribe, alias Jerry, quien en pleno vuelo sacó una subametralladora y lo hirió mortalmente.

Pizarro era candidato del M-19 a la presidencia, líder del partido en que se convirtió ese movimiento luego del acuerdo de paz firmado en 1988 con el presidente Virgilio Barco.

En total, fueron cuatro los candidatos a las elecciones presidenciales del 90 que terminarían asesinados en un país que ayer como ahora estaba signado por la violencia y las desigualdades sociales.

La sombra de 1990 volvió a la familia Uribe Turbay

La sombra de los cuatro candidatos presidenciales para las elecciones de 1990 se tendieron hace menos de una semana en Bogotá, cuando el senador Miguel Uribe Turbay, de 39 años, iniciaba un acto de campaña como precandidato del derechista Centro Democrático para los comicios del próximo año.

Pero no fue solamente ese agrio recuerdo el que inundó las mentes de quienes no pudieron evitar el acudir a los trágicos paralelismos, luego del atentado que lo dejó gravemente herido de tres balazos.

La propia historia familiar del parlamentario, envuelta en la tragedia, también tocó las fibras de unos cuantos, pues el 30 de agosto de aquel nefasto 1990 su madre, la periodista Diana Turbay Quintero, fue secuestrada junto con el camarógrafo Richard Becerra por el grupo denominado Los Extraditables, organización creada por los capos del narcotráfico de Pablo Escobar Gaviria, Gustavo Gaviria y Gonzalo Rodríguez Gacha, El Mexicano, que organizó actos terroristas con el fin de evitar su extradición a los Estados Unidos.

Cinco meses después, el 25 de enero de 1995, Diana Turbay falleció de disparos en la espalda mientras trataba de alcanzar los helicópteros de la policía que intentaban rescatarla.

El senador Miguel Uribe Turbay.

Las dudas sobre las posibles causas del atentado

El lunes por la noche, el presidente de Colombia, Gustavo Petro, aseguró en su cuenta en la red X que “hay indicios muy fuertes que han llegado a dirigentes muy altos de la oposición y a nosotros, es que el autor del atentado sería la mafia con asiento internacional. Los asesinos buscan que nos matemos entre nosotros, debilitar el Estado y avanzar sobre sus controles a la economía ilícita”.

Culpó a una red extendida desde Dubái, Italia y Albania hasta Ecuador, con vínculos con el Clan del Golfo de Colombia y el dirigente de las disidencias de las Farc Iván Mordisco.

El martes, en una entrevista en La Iguana TV, el director de la Asociación de Colombianos en Venezuela, Juan Carlos Tanus, declaró que Uribe Turbay no es un fuerte candidato a la presidencia de Colombia. “Esta coyuntura nos obliga a pensar que pudiese ser un componente del mismo Centro Democrático para mejorar la condición que tiene. Hoy el partido del expresidente Álvaro Uribe tiene deterioro, perdió liderazgo, no tiene base social, se sostiene en una élite económica colombiana y como tal este ejercicio le conviene y le favorece”.

Tanus tocó también un elemento polémico: “Miguel Uribe Turbay es nieto de Julio César Turbay Ayala, presidente de Colombia entre 1978 y 1982”, quien según documentos desclasificados de EEUU, “tenía una relación económica con el Cartel de Medellín” y nombró director de aeronáutica a Álvaro Uribe Vélez.

El presidente Gustavo Petro.


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