Los narcos y sus marcas: una nueva forma de culto


Días atrás la periodista de Telesur, Madelein García, reveló que en un acto político opositor uno de los asistentes portaba una gorra con las letras JGL, que vienen a ser las iniciales del narcotraficante mexicano Joaquín Guzmán Loera, alias el Chapo, quien paga cadena perpetua en Estados Unidos.
La gorra con esas iniciales, así como billetes con las mismas siglas, vale decir, son algunos de los productos de la marca El Chapo 701, llamada así porque en ese lugar, entre los hombres más ricos del mundo, ubicó al delincuente la revista Forbes años atrás.
Fue la propia hija del criminal, Alejandrina Guzmán, quien en 2019 registró la mencionada marca para vender no solo gorras y billetes, sino también chaquetas, cinturones, carteras, encendedores, zapatos y hasta cerveza artesanal, no de manera clandestina, sino legalmente, presentada inclusive en la Expo Guadalajara.
Algo similar ocurre con Michael Corleone Blanco (llamado así por la admiración sentida por su madre por el personaje de la película El Padrino), cuya progenitora fue Griselda Blanco, una temida narcotraficante colombiana conocida, nada de coincidencia tiene, como “La Madrina”, asesinada en 2012.
El único de sus descendientes que aún permanece vivo tiene registrada también una marca denominada Pure Blanco, con la cual comercializa ropa con frases referidas al negocio del narcotráfico y fotografías de la extinta delincuente.
Incluso, el “emprendedor” (como se define en sus redes) entabló una demanda contra una conocida productora que puso al aire una serie sobre su madre, que al parecer se definió fuera de los tribunales.
Los “productos” alusivos a los narcotraficantes van más allá: abundan las “narconovelas” o “narcoseries” con altísimos niveles de audiencia, sin olvidar los “narcocorridos”.
Mitificación. “La ostentación, el lujo, la violencia, son elementos que siempre han sido inherentes al mundo del narcotráfico; sin embargo, en los últimos años hemos visto una nueva tendencia, como la mercantilización de su imagen, con sus nombres, apodos, historias de vida convertidos en marca para promocionar productos que son legales”, analiza la socióloga venezolana Rocy Albarrán, con diplomado en marketing digital.
Explica que las razones por las cuales estos delincuentes “buscan de alguna manera lavar su imagen” van más allá de lo económico: la venta de los artículos “les va a permitir legitimar su dinero al vincular sus nombres a estos productos legales, tratando de crear una imagen de empresarios exitosos, de distanciarse del estigma del narcotráfico”.
La estrategia, en opinión de Rocy Albarrán, les permite mantener “viva” su “marca”, su “legado”, incluso después de “haber sido capturados o eliminados. Los productos de un narcotraficante conocido se convierten en objetos de culto, representando una forma de glorificar el crimen. Sin embargo, la principal razón detrás de esta tendencia es la fascinación de la sociedad con este mundo y por eso las historias de los narcos más famosos, llenas de lujos, excesos y violencia por supuesto que atraen mucho; ellos buscan a quienes quieren emular su estilo de vida o satisfacer una curiosidad con ese tema prohibido”.
Advierte la socióloga, entonces, lo que deja “la verdadera preocupación: la mitificación de los narcos. Cuando ellos se convierten (o los medios lo hacen) en personajes de series de televisión, de películas, de canciones, se les otorga una especie de glamour, de aureola de heroísmo que distorsiona la realidad. Se ignora el daño, el sufrimiento que causan y se les presenta como figuras épicas a las que hay que admirar. Esta mitificación tiene graves consecuencias, especialmente en los más jóvenes, porque se convierten en modelos a seguir para ellos, su estilo de vida, la criminalidad se ve como camino hacia el éxito y la riqueza”.

Narcoseries: otra gallinita de los huevos de oro

La forma en que se mueve el dinero relacionado con los narcotraficantes va más allá de sus “productos” específicos. La producción de las llamadas “narcoseries” también se ha convertido en una máquina generadora de dinero, más allá de sus consecuencias en los espectadores.
“Son una realidad que genera millones de dólares anualmente a las grandes empresas de creación de contenido, a través de altos índices de audiencia”, sostiene Celina Daniela Muñoz en su trabajo “Narcoseries e inversión de roles: el narcotraficante como héroe frente al Estado como villano”, aprobado el 31 de octubre de 2022 en el Instituto Nacional de Antropología e Historia de México.
“Aunado a los ‘hechos reales’ sobre la dinámica criminal en México y América Latina, el fenómeno comunicativo ha impulsado la exposición de estos contenidos incluso fuera de los países latinoamericanos, con lo cual las producciones se han constituido en referentes actuales -muy limitados contextualmente hablando, pero percibidos por el espectador poco avezado casi como una realidad incuestionable-, de ‘lo que ocurre en’, o incluso de ‘lo que son’ estas latitudes”, añade.
En ese contexto, Muñoz advierte: “El perfilamiento de las figuras criminales como héroes y la del Estado como villano va tomando forma en los imaginarios sociales colectivos, a medida que la realidad opera sobre ellos. Las narcoseries ganan dinero embelleciendo la vida de los narcotraficantes”.

Las denominadas narcoseries.

La ventana de Overton aplicada a la narcocultura

Al continuar desgranando un tema que, según ella, ha sido poco estudiado en nuestro país, Rocy Albarrán recuerda que la actividad del narcotráfico “genera corrupción, muerte” y “la mercantilización de esa imagen solo contribuye a perpetuar la idea de que ese mundo es atractivo, algo totalmente falso”.
La socióloga apunta que “esa mercantilización nos permite entrar en un concepto clave para comprender el impacto que esto tiene en la sociedad, el de la ventana de Overton, desarrollada por Joseph Overton (politólogo estadounidense que en los 90 desarrolló esa teoría), quien propone que el rango de ideas que la sociedad considera aceptable se encuentra dentro de una ventana que se mueve constantemente. Factores como la cultura, religión, política, lo económico, influyen en la posición de esa ventana”.
“En el caso de la mitificación de estos narcos, la ventana se desplaza hacia la derecha, permitiendo que ideas antes inaceptables, como la glorificación de estas figuras criminales, ahora se encuentran dentro del rango de lo aceptable; el tema es cómo ha ocurrido ese desplazamiento, qué varios factores contribuyen y están siendo aplicados tanto por los hijos de los narcos como por los que están detrás de ellos”.

Joseph Overton.


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