Este sábado, millones de ciudadanos tomarán las calles en más de 2,500 ciudades de Estados Unidos en la segunda edición de la marcha nacional «Sin Reyes», una movilización que se perfila como la mayor manifestación de rechazo a lo que los organizadores denuncian como una deriva autoritaria sin precedentes bajo la segunda Administración Trump.
La convocatoria, impulsada por una coalición de más de 200 organizaciones civiles, sindicatos y líderes progresistas, busca denunciar lo que consideran una acumulación alarmante de prácticas tiránicas: desde el cierre prolongado del Gobierno federal hasta el uso de fuerzas militares para intimidar a la disidencia, pasando por la criminalización de movimientos sociales como Antifa y el silenciamiento de voces críticas.
La marcha principal se celebrará en Washington D.C., donde la presencia de la Guardia Nacional ha sido justificada por la Casa Blanca como una medida para «contener la criminalidad». Sin embargo, para los organizadores y miles de manifestantes, este despliegue representa un intento más de consolidar el poder mediante la intimidación y el control del espacio público.
La portavoz de la Casa Blanca, Abigail Jackson, ha desestimado la protesta con un escueto «¿A quién le importa?», mientras que el presidente Trump y el líder republicano Mike Johnson han calificado la movilización como una «demostración de odio contra América», vinculándola sin pruebas a grupos como Hamás y Antifa.
Los organizadores, por su parte, han respondido con firmeza: «En lugar de reabrir el Gobierno, de garantizar cuidados médicos universales o aliviar la carga económica de las familias trabajadoras, la Administración Trump ha optado por atacar a millones de ciudadanos que se reunirán pacíficamente para recordar que América pertenece al pueblo, no a los reyes».
El color amarillo será el símbolo de la jornada, inspirado en las protestas de los chalecos amarillos en Francia en 2018. «Es una enseña optimista y visible que representa la lucha democrática y la disidencia no violenta», explican los organizadores, quienes esperan que la marea humana que inundará las calles sea un mensaje claro contra el autoritarismo y en defensa de los valores republicanos.
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