Una torta blanca, aunque sea negra


En 1797, Napoleón expolió por la fuerza centenares de obras de arte de Italia, España, Portugal, Bélgica, Países Bajos y Europa Central y los llevó a París. Esa rapacidad desmedida de Bonaparte sería casi igualada por los saqueos de Hitler y sus colaboradores del III Reich durante la Segunda Guerra Mundial. En aquel contexto histórico de finales del siglo XVIII es cuando surge un intercambio epistolar entre Francisco de Miranda y el arquitecto-restaurador francés Antoine Quatremère de Quincy. El cruce de cartas se produce durante 1796.

Una de las facetas poco conocidas de Miranda es su preocupación por el patrimonio artístico que tiene verdadero sentido en su espacio original. Sin lugar a dudas, Miranda es uno de los personajes más fascinantes de toda nuestra historia. Conocido especialmente como gran estratega político y militar, con frecuencia se han omitido otros aspectos de su inconmensurable personalidad. En 1998 se publicó la edición castellana de las Cartas a Miranda sobre el desplazamiento de los monumentos de arte de Italia de Antoine Quatremère de Quincy. Las cartas que Miranda enviara a Quatremère aún no se han encontrado, pero las de su remitente nos muestran un lúcido retrato de las ideas de su destinatario, siempre fiel a su visión cosmopolita.

En esta correspondencia Quatremère le comenta a Miranda sobre las impresiones que ambos compartían en cuanto el traslado de monumentos de sus asientos originales a otros sitios (se menciona a Inglaterra) para el disfrute particular de quienes detentan poder y riqueza en detrimento de la instrucción de futuros artistas. Miranda se adelanta casi dos siglos a la Unesco cuando en 1970 aprobó la convención para prohibir la importación, exportación y transferencia de propiedad ilícitas de bienes culturales, la cual establece que el patrimonio cultural es uno de los elementos esenciales de la civilización y de la cultura de los pueblos, y que solo adquiere su verdadero valor cuando se conoce con la mayor precisión su origen, su historia y su medio.

Este hallazgo postal motivó a que el presidente de la República, Hugo Chávez Frías, declarara en 2004 el 28 de marzo, natalicio del Generalísimo, “día nacional del patrimonio cultural” como forma de exaltar el conocimiento, la protección, puesta en valor y uso social del patrimonio cultural venezolano.


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