Ojo que mira: Maite la galana


El viernes pasado salíamos de una actividad en la Cinemateca Nacional cuando recibí la llamada telefónica con la dolorosa noticia de que mi querida Maite Galán había fallecido.

Agradezco esa llamada que con total delicadeza me informó de la mala nueva antes de que, cual tendencia, corriera por las frías e impertinentes redes digitales.

Había visitado a Maite en su casa el miércoles previo luego del alta de su reciente estancia en un centro hospitalario. Se le notaba agotada pero con la sonrisa intacta, la sonrisa que siempre me regaló generosamente.

María Teresa Galán dedicó su vida a las artes. A esta venezolana nacida en España la vimos como actriz en las tablas y en la pantalla, le conocimos como productora de innumerables eventos y festivales de música y cine, y fuimos beneficiados por sus investigaciones sobre el cine venezolano, las interpretaciones de Simón Bolívar en el cine y en la televisión a escala mundial y sobre la historia de los festivales de cine en el país.

Su dedicación casi exclusiva a la actividad cinematográfica durante las últimas décadas le valió el reconocimiento como Maestra Honoraria de la UNEARTE, el Premio Municipal de Cine (Caracas) y el Premio Nacional de Cultura en la mención Cine.

Su proyecto más elaborado es Visor, un directorio de profesionales, empresas y entes del sector que es un primor para cualquier productor que se precie de serlo.

Su labor en la vida cultural venezolana tanto en la creación como en la promoción y la gestión pública no tiene fisuras.

Todo eso que importa mucho es apenas un asunto minúsculo cuando se antepone al tamaño de persona que es Maite Galán.

Esa mujer inteligente, pícara, astuta, jovial y rigurosa es por encima de todas las cosas una gran persona, a quien quise como una de esas madres que uno adopta en la vida profesional y a quien le agradezco tanto amor y cariño.

Yo te quiero mucho Maite y bastante te lo dije.

@sosasarabia


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