El Nobel de la paz para el odio


Complicado contabilizar cuántas veces la ultraderecha venezolana ha hablado de la “última oportunidad”. Vende siempre la idea de que si pierden esta vez, lo habrán perdido todo para siempre.

Ha sido así desde 1998, cuando sin vergüenza alguna trucaron la ley electoral, separaron las elecciones parlamentarias de las presidenciales y modificaron las candidaturas de varios partidos para tratar de ganar con el candidato a quien el Comandante Hugo Chávez llamó “Frijolito”.

La estampa que más recuerdo de ese momento es la foto de Luis Alfaro Ucero, candidato de Acción Democrática (AD), defenestrado de la candidatura, sin poder ingresar a la sede de su comando de campaña, trancado con cadena y candado, indignamente cerrado a la política.

Imagen todavía más grotesca si recordamos que la oposición promovió la mentira de que Chávez habría hablado de “freír las cabezas de los adecos”. La ultraderecha, con su falsa urgencia, expulsó de la campaña electoral al candidato del sector supuestamente más amenazado.

Era un momento tan vestido de urgencia como han sido presentados todos los momentos políticos ocurridos en Venezuela desde entonces. El núcleo fascista de la oposición venezolana habla siempre, con fuerte carga apocalíptica, de la “última oportunidad”, del “es ahora o nunca”, vestido de urgencia, de miedo y emergencia.

Gente contaminada por estos discursos de pronto ha abandonado su racionalidad y ha hervido aceite, dispuestos a arrojarlo contra los agresores imaginarios que vendrían a atacarlos.

A veces, han cerrado con fuego sus vecindarios, dispuestos a trincheras paranoicas, a la espera del inminente ataque que no ocurre y que genera la sospecha de que en lo interno de sus calles, en rostros del vecindario, ya están sus “implacables” enemigos.

Para quien observa desde afuera esta dinámica, podrían resultar graciosas las frecuentes y numerosas “últimas oportunidades”. Llama la atención que son oportunidades políticas creadas o facilitadas por el chavismo, expresadas en elecciones, de consultas u otras formas de participación.

Es fácil entender que la participación y la democracia real generen terror a las élites fascistas y que, con los recursos y el apoyo que les brindan fascistas de Europa y la élite de Estados Unidos, dedique un gran esfuerzo a enfermar a amplios sectores de nuestra sociedad.


ultimasnoticias.com.ve

Ver fuente