7 lecciones para ser feliz


El domingo pasado, pasé algunas horas conversando con un pana. En un punto, yo hablé sobre mi reciente (¿hasta cuándo es válido decir reciente?) ruptura sentimental. No recuerdo cuál fue mi comentario pero su respuesta sí se me quedó grabada:

“…y nada garantiza que no te volverá a pasar, porque probablemente no pasarás 30 años o hasta viejita con alguien…”

Es cierto. Y me hizo pensar que, aunque siempre he defendido que el amor no se mide por los años que dura, y hace apenas dos semanas escribí que debemos quitarnos de la cabeza que el “para siempre” es lo único que funciona, tal vez en el fondo sigo queriéndolo.

Es decir, una parte de mi es consciente de que probablemente tendré varias relaciones más antes de morir. De hecho, hoy hasta ironizó con eso y le digo a Totoro (sí, yo hablo con mi gato) que él vivirá muchos años (muuuchos) y… ¡tendrá varios padrastros!

Pero otra parte de mí desea encontrar lo que creyó que ya habia encontrado, quiere domesticarse (por fea que me parezca esa palabra) como el zorro de El Principito:

“Si me domesticas, serás para mí único en el mundo. Seré para ti único en el mundo (…) Conoceré un ruido de pasos que será diferente de todos los otros. Los otros pasos me hacen esconder bajo la tierra. El tuyo me llamará fuera de la madriguera, como una música (…) Sólo se conocen las cosas que se domestican”.

O tal vez como aquel odioso poema de Gioconda Belli, el menos feminista: “…querernos riéndonos como gatos mansos, lamiéndonos la cara como gatos viejos y cansados, a los pies del sofá, de leer. Quererte como gata agradecida, gorda de estar mimada…”

El punto es que, aunque me vuelva a pasar (una relación y una ruptura), hay una serie de cosas que estoy trabajando para que mi yo del futuro no las repita y que, cual evangelizadora, voy diciéndole a todo el mundo y hoy los incluyo a ustedes:

-Siempre se habla de la importancia de tener independencia económica y sí, es vital. Pero… nunca dejen de hacer vainas solos… así te guste más hacerlas con tu pareja, así te de “flojera” o te sientas “raro” haciendo solo.

Elige (léase bien: elige) estar a solas de vez en cuando.

Hacer cosas solos nos ayuda a conocernos mejor, desarrollar nuestros propios pensamientos, gestionar mejor las emociones, darle prioridad a lo que queremos, y sobre todo: fortalecer nuestra confianza.

-Lo anterior incluye: viajar… sola(o) o con tus amigos. Una pareja no debería ser impedimento para eso. Y si lo es: bandera roja. Lo mismo aplica, obviamente, a estudiar o trabajar.

-Nunca renuncies a tus amigos cuando te emparejes. Sé que a veces las dinámicas amorosas/de las relaciones formales (con o sin hijos) nos absorben, pero procura siempre tener/conservar a las amigas y amigos que te cuidan, a los que cuidas, escríbeles, llámalos, pasa tiempo con ellos, a solas, en grupo.

En muchas parejas, la necesidad de controlar, los celos, el miedo o las inseguridades, terminan generando una suerte de aislamiento, consciente o no, donde se autolimitan y limitan al otro “para evitar problemas”, algo en lo que nunca deberíamos caer.

Como bien escribe Coral Herrera Gómez:

“Cuando alguien te quiere de verdad, quiere que seas libre para irte o para quedarte a su lado, y quiere que seas feliz con la gente que te quiere y que te cuida. Así es como sabes que te quieren bien y que lo tuyo es amor del bueno: cuando tienes espacio y tiempo para cuidar tus redes afectivas, cuando te sientes libre y sabes que tu pareja está contigo porque quiere, y no por obligación, y cuando tu pareja confía en ti y tú en ella”.

-Tampoco dejes de expresarte y esto incluye el mundo digital. Una cosa es compartir la vida con tu pareja y otra es dejar que intervenga o intente evitar tus acciones. Un ejemplo “tontisimo”: Si a ti te gusta compartir fotos de tu desayuno, echarte selfies o desahogarte en Instagram: hazlo. Si al otro le molesta, ya sabes: red flag.

-No crean nunca que el otro va a cambiar por ustedes, conversen claramente de las cosas que quieren, del famoso “plan de vida”, y aunque les resulte incomodo: hablen de economía, en serio, de la economía de pareja/familia. Pongan claras las responsabilidades/prioridades, los planes individuales y sobre todo los conjuntos, las metas, los propósitos… si es que existen. Si no existen: bueno… Fin.

¿De tu relación o de la columna?

Por: Jessica Dos Santos / Instagram: Jessidossantos13

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