El discurso predominante del capitalismo digital y sus efectos en la creación de identidades colectivas es aquel que el teórico Jesús Martín Barbero predijo hace muchos años como la falacia más potente de la economía de mercado: la trampa populista. Para este pensador de la comunicación, el desarrollo tecnológico, la reproducción masiva del arte y la enculturación de las masas populares, además de facilitar el acceso a productos culturales antes inaccesibles para las grandes mayorías, su efecto más nocivo fue la falsa creencia de igualdad y libertad. ¡Todos podemos triunfar si le echamos ganas!
Hoy en día, ha corrido mucha tinta y se han realizado no pocas charlas y videos que en vez de servir a esa engañosa arenga motivacional de “si te lo propones puedes lograrlo” y el célebre y muy analizado “pobre es pobre porque quiere”, al contrario, han venido desmontando esa tendencia de hacer creer a muchos que para alcanzar las metas propuestas solo es necesario resiliencia, actitud positiva y un estoicismo light.
Es obvio que todas estas consignas ocultan una tendencia global fundamentada en el supuesto fin de la historia, el triunfo del libre mercado y el desmontaje de los últimos vestigios del Estado de bienestar. En otras palabras, “sálvese quien pueda”. Pero todo viene empaquetado en un discurso de autoayuda y felicidad que oculta las oceánicas desigualdades sociales, la anulación total del colectivismo, la ineludible depredación del planeta, el agotamiento del modelo democrático y la posibilidad real del fin de la humanidad.
Resulta interesante que gran parte de esta crítica proviene desde el mismo Norte Global y sus centros de poder hegemónico. Para muestra el célebre libro del filósofo estadounidense Michael J Sandel, titulado La tiranía del mérito. ¿Qué ha sido del bien común? (2020) en el que critica la meritocracia como elemento de la sociedad liberal y cómo las universidades sirven para distribuir no solo saberes, sino también posibilidades de “triunfo”, excluyendo a los sectores racializados y favoreciendo a los miembros de una élite nacional.
La próxima vez que le digan: “Dios da las peores batallas a sus mejores guerreros”. Piense en Sandel y pregúntese cuáles batallas le impone este modelo de sociedad a los pobres y excluidos, y qué tipo de dificultades le presenta a los sectores privilegiados.
@ajnunez_profesor
ultimasnoticias.com.ve
Ver fuente