Luis Beltrán Prieto Figueroa, el Maestro de América, es recordado en la sociedad venezolana como un baluarte de la educación pública.
A través de su trabajo como legislador y educador, abogó por una educación que no solo estuviera al alcance de unos pocos, sino que garantizara oportunidades para todos.
Su visión fue fundamental para sentar las bases de la educación gratuita y de calidad en el país, así lo refirió su sobrino Leopoldo Espinoza Prieto, cronista de La Asunción, capital de Nueva Esparta, y ciudad natal del insigne educador.
“Prieto es sin lugar a dudas el más importante margariteño del siglo XX. El presidente Maduro ha dicho que lo equipara a Simón Rodríguez como generador de pensamiento educativo y transformador. Nada importante se ha hecho en Venezuela en materia educativa que no tenga la impronta de Luis Beltrán: la legislación, el Inces, los comedores escolares, los roperos escolares, la formación de las escuelas técnicas”, argumentó el cronista asuntino.
Un hombre integral
La obra de Prieto Figueroa no solo transformó la educación, sino que también dejó una huella imborrable en la sociedad venezolana en el ámbito político, social y cultural. Su legado se manifiesta en múltiples iniciativas para el desarrollo de nuestro país.
“Prieto es un hombre que puede definirse como un margariteño integral. Además de ser un político honesto que jamás anheló riqueza alguna, fue también un extraordinario jurista que tiene una extensa biografía sobre temas de Derecho. Tiene un estupendo libro que se llama Sufragio y democracia. Es, además, un crítico literario profundo, analizó la obra poética de Neruda, así como algunos textos de Miguel Otero Silva, Andrés Eloy Blanco, Rómulo Gallegos y otros tantos autores venezolanos y latinoamericanos”, esbozó su sobrino en entrevista exclusiva con el diario Últimas Noticias.
El maestro de maestros, también fue poeta. Su primer libro, Moral de mi ciudad, está consagrado a la geografía espiritual y humana de La Asunción. Otra obra importante es Isla de Azul y viento, donde Prieto le canta a la naturaleza, a la gente, la historia y el paisaje, así como al margariteño cotidiano: pescador, artesano, y a la contribución de Margarita a la formación de la nacionalidad.
Prieto y la margariteñidad
Como un margariteño afable y accesible, describe su sobrino a Prieto Figueroa, desde el lado humano de este neoespartano que se convirtió en el primer civil del municipio Arismendi en alcanzar el honor de que sus restos hayan sido exaltados al Panteón Nacional.
Honor que comparte con otro asuntino, pero del ámbito militar, el General Juan Bautista Arismendi, conocido como el Libertador de Margarita.
“De tal manera que el júbilo que el pueblo de Margarita siente hoy, el orgullo que los asuntitos sentimos hoy está plenamente justificado, avalado y respaldado por la obra intelectual de Prieto, cuyos textos han sido incluso traducidos a otros idiomas como el inglés, ruso y portugués”, dijo Espinoza Prieto.
Este insigne hombre insular, escribió un ensayo denominado Margarita la isla menos isla, para describir las virtudes y bondades de un territorio insular que tiene brazos extendidos en toda la geografía nacional y en buena parte del continente.
“Los margariteños fueron fundadores del Delta del Orinoco, se sembraron en la zona sur de Anzoátegui y es Pedro Manuel Vásquez, un gran margariteño, el primer presidente del concejo municipal de El Tigre. Por eso los sindicatos petroleros del Zulia se llenaron de dirigentes margariteños que lucharon denodadamente por la reivindicación de los trabajadores. Y también, cuando cae la dictadura de Pérez Jiménez, 61 diputados tienen la condición de margariteños o de hijos de margariteños en el parlamento que se erige el 7 de diciembre de 1958, cuando le tocaban escasos 4 parlamentarios, uno de ellos era Figueroa que lideraba la lista de senadores por Nueva Esparta”.
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