Un astro poderoso - Últimas Noticias


En la mitología de numerosas culturas, religiones y civilizaciones antiguas, desde los egipcios, mexicas, chibchas e incas americanos, hasta los chinos, los japoneses, griegos e hindúes, pasando por los primeros nórdicos, el sol ha sido venerado como un dios o deidad y le adjudicaban un poder central en sus vidas.

Dan cuenta de ello las numerosas representaciones artísticas, monumentos y petroglifos, con símbolos solares, que incluso se remontan a las edades de Piedra y de Bronce hace miles de años. En tiempos más recientes, la ciencia ha demostrado, por medio de numerosas investigaciones, que si bien se genera a unos 150 millones de kilómetros de nuestro planeta, la actividad solar tiene un impacto decisivo sobre la vida terrestre y la salud humana.

Daniel Lumera, doctor en ciencias naturales e investigador de los efectos terapéuticos de la energía solar, señala que “el sol sintetiza la vitamina D, que sirve para fijar el calcio en los huesos, previene los resfriados, las enfermedades autoinmunes y el asma. Protege el corazón, regula el buen funcionamiento del hígado y los intestinos, ayuda a no engordar…”.

Según Lumera, la luz solar asimismo ayuda a elevar la producción de progesterona en la mujer y de testosterona en el varón, incidiendo favorablemente en la libido y en la salud reproductiva, además de mejorar la circulación sanguínea a nivel epidérmico y generar efectos terapéuticos en casos de artritis, reumatismos y artrosis, así como en favorecer la visión.

Siempre que se respeten las recomendaciones de los dermatólogos para prevenir el cáncer de piel, Lumera aconseja tomar el sol todos los días del año durante 15 minutos, o disfrutar de la luz natural cuando no hay sol directo, evitando una exposición excesiva durante las horas de mayor irradiación.

Los expertos sostienen que la vitamina D contribuye al mantenimiento de los niveles normales de calcio y fósforo en la sangre, y que su deficiencia está ligada al raquitismo (una enfermedad crónica infantil caracterizada por una mala calcificación, encorvadura y debilidad de los huesos), la osteoporosis (la pérdida de tejido óseo por descalcificación) y la osteomalacia (una enfermedad similar al raquitismo pero en los adultos).

BAÑOS DE SALUD

“La puesta y la salida del sol son dos excelentes momentos para tomar el sol, porque la radiación solar es inferior a la de un televisor y su acción terapéutica es igual de profunda y eficaz que en otras horas”, señala el autor de ‘El código de la luz’. Para el doctor Miquel Casas, si una persona se cansa, deprime y queda sin energía, es posible que sufra un desorden anímico que se produce porque su organismo no está recibiendo la suficiente estimulación luminosa a través de los rayos del sol.

“La luz natural estimula la producción de la serotonina, la dopamina y otras sustancias hormonales producidas por el cuerpo humano, que están relacionadas con el bienestar, la motivación, la coordinación muscular, la concentración intelectual y la tranquilidad”, señala Liz Wilde, reconocida experta británica en salud, belleza y mantenimiento físico. La autora del libro “Quiero revitalizarme” recomienda darse “baños de luz” para reanimar el cuerpo y recuperar la vitalidad, menguados por el estrés y el ritmo de vida vertiginoso y agotador.

SIEMPRE PROTEGIDOS

Una persona que durante su juventud se expuso sin protección a los rayos solares, puede parecer mayor porque su epidermis está deshidratada, manchada, arrugada y sensibilizada, porque la piel tiene memoria y el daño que se le hace se manifiesta con el tiempo. De hecho, el bronceado no es más que un mecanismo de defensa de nuestra piel ante las exposiciones prolongadas al sol.

El contacto con los rayos solares desencadena que las células que producen melanina (un pigmento cuya función es protegernos dándonos una tonalidad oscura) la sintetizan en mayor cantidad. Por eso y a pesar de los numerosos beneficios que ofrece el llamado astro rey, hay recomendaciones que se deben tener en cuenta desde los primeros meses de vida, porque está demostrado que el efecto del sol es acumulativo y es un factor de riesgo de cáncer de piel.

Hasta los seis meses de vida, no es aconsejable la exposición directa al sol. Únicamente son necesarios de cinco a 10 minutos al día para asegurar la síntesis de vitamina D. Durante las horas de mayor riesgo (de las 11 de la mañana a las 3 de la tarde), lo mejor es que el bebé esté en casa, en un ambiente fresco y confortable.

ESTEMOS “FOTOEDUCADOS”

La fotoprotección y la fotoeducación son fundamentales para mejorar nuestra relación con el sol, así como prevenir enfermedades. Esto implica el uso de una vestimenta adecuada y la utilización de fotoprotectores. En el mercado hay una gran oferta de protectores solares, pero antes de elegir alguno, se debe observar que cumpla ciertos requisitos:

• Que contenga una molécula que protege de los rayos UVA y UVB.

• Tiene una textura agradable. Si es facial, de textura fluida; si es corporal, puede ser cremosa.

• Sea fotoestable, o sea, que actúe al menos, durante cuatro horas continuas.

• No sea comedogénico, es decir, que no provoque acné.

• Contenga tecnología anti fallas, que no se altere con la gesticulación.

• Sea a prueba de agua y transpiración intensa, para el caso de los deportistas y niños.

NOTA: Una exposición excesiva puede perjudicar seriamente nuestra piel.


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