Una torta blanca, aunque sea negra


La migración se ha convertido en un problema social de consecuencias peligrosas y de mucha significación; más grave aún, cuando le dan la forma de nuevo “racismo” con su origen, sobre todo, en la pobreza. Por supuesto, al ser perseguida y reprimida, la migración entra en el tema de los poderes y la información. De ahí la interrogante: ¿informar a la opinión pública, gobernarla o manipularla? del informe MacBride. Es aquí donde el uso de la información para manipular a la opinión se convierte en catástrofe con la guerra de las mentiras contra la verdad y con el silencio o la degradación de la información.

Eso explica la situación actual de la migración venezolana y la incapacidad o dificultad para informar cuando ese hecho noticioso, por ejemplo, evidencia actos arbitrarios y delitos de orden penal internacional perpetrados por los gobiernos de Trump y Bukele, en tanto los medios que se corresponden con los intereses de esos gobiernos callan porque no pueden decir la verdad.

La persecución contra los inmigrantes venezolanos y las circunstancias que la rodean nos hacen recordar aquella persecución del macarthismo en EEUU contra personas tildadas de comunistas o que no pensaban igual que MacCarthy, de acuerdo con aquel momento intenso de reprimir propugnado por ese represor en los años 1947 al 50.

Esas personas eran perseguidas y condenadas, como hoy son perseguidos y encarcelados sin juicio previo los venezolanos por el hecho de ser migrantes en este momento de apogeo de Donald Trump. En estos tiempos es más perceptible que años atrás la persecución y el odio hacia los migrantes, con especial acento en la colectividad de migrantes venezolanos en EEUU que son llevados como esclavos a una megacárcel del terror en El Salvador por un precio que paga un gobierno al otro, o ser tratada la persona como objeto que puede ser robado o sometida a una situación deshumanizante.

En fin, la migración venezolana actual es la condenada: seres humanos detenidos en EEUU, sin juicio previo, sin derecho a la defensa y enviados a una cárcel conocida como el Cecot, donde son encerrados en celdas de máxima seguridad, y sufren atrocidades que niegan la esencia humana. Son tratados como esclavos y la opinión internacional y sus instituciones supuestamente humanitarias callan. Nunca fue tan evidente crímenes de lesa humanidad en el que la información corriera con la catástrofe.


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