De San Remo a Caracas


En 1789 se lanza un inmenso grito-estadillo de lo que se conoce como Revolución Francesa, cuyo cometido se concretaría en el enfrentamiento y destrucción del llamado “antiguo régimen”. Ahora se asoma “una nueva” doctrina-pensamiento para una realidad diferente y por ello se proclama como símbolos mayores de convivencia la libertad, igualdad y fraternidad.

Así se dice romper con el viejo molde greco-romano de una democracia con esclavos, solo para ciudadanos y que no excluye la monarquía, la oligarquía y la tiranía. La nueva doctrina democrática francesa proclama una libertad que conlleva una igualdad inexistente en su realidad.

En su seno sigue la huella de la antigua forma de gobernar. Y esto empalma con el presidencialismo que inicia Napoleón Bonaparte en 1848 y que concluye con Napoleón III en 1870, señalado como el último monarca francés. Se supone entonces el advenimiento de un presidencialismo constitucional-republicano separado de toda sombra del pasado.
¿Pero puede afirmarse que el presidencialismo mundial está totalmente libre del monarca, rey, príncipe, dueño de todos los saberes, pronósticos, decisiones y todos los poderes? A lo largo del tiempo, el presidencialismo también es “obra de Dios”.

De allí lo infalible, creador y capacidad de mando del “muy ilustre señor Presidente”. Nadie con su fuerza y profundidad de pensamiento para la acción de perspectivas y trascendencia. Un auténtico representante del Todopoderoso en la tierra. Así lo percibe sus súbditos, guiados y dirigidos hacia el fanatismo mágico-religioso, generador de venganza y odios incontenibles y crecientes en defensa de una causa que se considera eterna.

Y la réplica puede surgir para señalar que hay variantes en la acción del ejercicio del poder e indicar, por ejemplo, que en el caso de Venezuela hay que advertir que el presidencialismo ha pasado por las etapas de los reyezuelos, pero que llegó a la plena democracia y libertad.

Ahora, ¿se entiende que una democracia implica la plenitud del individuo y su orden social y que la libertad va más allá de ejercer el grito o la palabra, y que su realización está supeditada a la garantía de la satisfacción de las necesidades para tener y cultivar la vida en su estricta y natural extensión?

Sancho, ¿Esta cuasi humanidad seguirá predicando su democracia y libertad al margen del comer y vivir primero que pide los Bertolt Brecht?

@ABlancoMunoz


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