Si le pones números, a 7.951 millones de personas le interesará


En una economía de mercado los datos del consumo y el consumidor son fundamentales para planificar, producir, gestionar y decidir eficiente, efectiva y eficazmente.

De la misma manera, los datos son indispensables para elaborar y gestionar políticas desde el poder ejecutivo de servicios públicos, de salud, de educación, de seguridad social, de seguridad nacional, de seguridad alimentaria, entre tantas más para consolidar el Estado Social o Estado de Bienestar.

No se queda atrás la política, en particular en las democracias representativas, venidas a menos, convertidas en simples actos de compra-venta de mercancías, candidatos, y si hay suerte, de programa de gobierno y proyectos de país. En este mercado, que abre las ofertas por temporadas regulares, los datos también son indispensables primero para la victoria, luego, para la gestión de quien ganó y por último para retener el favor de los simpatizantes de los partidos de la contienda.

Los datos permiten objetivar la realidad ‒aunque sea obteniendo una información con pérdidas‒ para modelarla, describirla, explicarla, manipularla, recrearla, intentar atraparla y producir conocimiento, para experimentar con ella. Los datos son fundamentales en los saberes populares, en la Ciencia y en la Tecnología.

Psicólogos de la conducta y estudiosos del marketing han buscado por décadas relacionar y modelar el comportamiento animal con el consumo, el consumo visto como la obtención de los satisfactores de necesidades humanas fundamentales, tan básicas como la alimentación, vestido, calzado y vivienda hasta llegar a satisfactores de necesidades tan elevadas como el reconocimiento y autoreconocimiento, visto desde la jerarquía de Maslow; igualmente, de satisfactores de necesidades cognitivas que van más allá del conocimiento como precondición para satisfacer necesidades fundamentales, también planteado por Maslow, en la década de 1950’s; con un enfoque aún más complejo, de los satisfactores planteados por Manfred Max-Neef y colaboradores en su teoría de las necesidades expuesta en su libro Desarrollo a Escala Humano, contenidos en cada celda de una matriz donde se cruzan necesidades axiológicas y necesidades existenciales.

Un satisfactor, en el sentido que le asigna Max-Neef y colaboradores, es un bien o servicio, en sentido amplio: mercancías o no, materiales y espirituales, tangibles e intangibles.

Estudiar la evolución en tiempo real del fenómeno de consumo y el comportamiento, desde lo macro a lo micro, es decir desde el mundo, región, país, municipio, familia, persona, a través de los datos tiene un valor inestimable, puede que se revelen patrones, estructuras.

¿Cómo se inician estos estudios? Primero, se deben levantar los datos, esto se hace de forma explícita o de manera implícita, directa e indirectamente, obteniéndose por observación, solicitándose con cierto grado de coerción o entregándose voluntariamente.

Varios son los métodos que por lo menos en los dos últimos siglos se han elaborado y perfeccionado para levantar, recopilar y recoger estos datos, independientemente de su aplicación. En líneas generales, los más conocidos son: censos; registros civil, mercantil, electoral, de consumo; encuestas y sondeos de opinión; grupos focales; entrevistas a profundidad.

Esta recogida de datos es discontinua, son las fotos instantáneas como suelen decir los encuestadores. Por ejemplo, en el caso de las encuestas, se toman muestras de una población bajo supuestos, mayormente enfocadas en la persona sin particularizar en su contexto. Esta debilidad de falta de contexto de estos instrumentos se subsana con los aportes del psicólogo y filósofo Kurt Lewin en 1935, fundador de la psicología social, con la creación de su teoría de campo de relaciones, donde ya no sólo es de interés el sujeto sino su entorno de relaciones sociales y los efectos causados por éste en el comportamiento y las percepciones; igualmente, con los aportes del psiquiatra y psicólogo Jacob Levy Moreno en 1934, en especial con innovaciones como la psicometría y el sociograma que sentaron las bases para una teoría de redes sociales, con sus métodos y técnicas, que permitieron levantar datos para conocer las estructuras sociales y el ser social.

Las plataformas digitales y los servicios desarrollados sobre la Internet indican que el interés por los datos va más allá del consumo y del mercado, abarca un ámbito social que incluye lo qué se hace, las relaciones sociales que se tienen, lo qué se busca, desea y aspira, los hábitos y costumbres que se tienen: en el hogar, en el trabajo, en la escuela, en la comunidad, susceptibles de convertirse en datos, registrarse y almacenarse. Podría ser el sueño de un especialista en mercadotecnia, pero también de un político, de un economista, de un planificador, de un científico social, de utilidad para muchos fines.

Premisas

.-Se parte de la premisa de que lo qué está en juego es más que la entrega de la privacidad a cambio de la prometida mejora de la experiencia del usuario, una decisión tomada a la ligera y acríticamente al unirse voluntariamente a los medios sociales y plataformas digitales mundiales que se montan sobre la Internet podría estar potenciando la posibilidad de la vigilancia y el control por parte de segundos y de sus terceros asociados. ¿Hasta dónde es fantasía o realidad esta amenaza?

.-Existe un problema del cálculo económico, entre los cuales se encuentra el problema del descubrimiento de los precios en los mercados. El problema del cálculo económico a primera vista pudiera evocar a la ideología del socialismo por ser el título del ensayo de Von Mises en 1920: “El cálculo económico en la comunidad socialista”, donde hace una crítica a la planificación central, donde se propone una economía sin mercado, sin propiedad privada y sin dinero. Al contrario de esta creencia, el problema del cálculo económico está presente en cualquiera que tenga la responsabilidad de administrar recursos finitos y escasos en relación con la demanda creciente ‒una definición práctica de economía‒, en cualquiera que tenga que planificar, decidir, elaborar políticas para gestionar eficiente, eficaz y efectivamente recursos. Ello sucede en todos los ámbitos, desde el personal, pasando por el familiar, la organización, empresa, país, región, mundo.

.-Hasta el presente el precio es la forma más conocida de objetivar la preferencia del consumidor ‒su valor de cambio‒ en todas las acciones manifestadas en el mercado.

Existen formas ocultas y lícitas para recopilar datos personales sobre el consumo, autorizados por los mismos clientes sin advertir lo qué dice la letra pequeña de lo qué se puede hacer con estos datos. Esta cesión de privacidad se ha naturalizado en grandes comercios, en cadenas de franquicias de comida, farmacia, hipermercados y supermercados, ferreterías, etcétera, siempre le piden la cédula de identidad y dirección, a veces número telefónico y correo electrónico. Si pregunta para qué, le dirán para mejorar el servicio que le prestamos. Esta resistencia disminuye si el bien, servicio o filiación es “gratis” y las expectativas de gratificación inmediata son altas. Aquí nace mucha de la demanda por los trabajos de la ciencia de datos, los macrodatos, la elaboración de modelos.

La primera forma de levantamiento de datos automática habilitado por las tecnologías ha sido la que registra y procesa los pagos electrónicos de los consumos, sea con tarjeta de crédito o débito, con pago móvil. Esta potencia se incrementa con la desaparición del dinero en efectivo. ¿Quiénes son los que almacenan, gestionan, procesan y hacen negocios con estos datos?

Le sigue el consumo el línea de bienes y de contenido de texto, sonoro y audiovisuales.

Conjeturas

.-En los tiempos actuales, existen otras formas de objetivar ‒convertir en datos, cuantificar‒ las preferencias del sujeto por un bien o un servicio en comunidades amplias más allá del precio, y su expresión en el mercado, tales como: número de usuarios, número de seguidores, número de interacciones, número y duración de vistas y descargas, etcétera. ¿Dejará de ser el dinero la única medida de valor?

.-Las plataformas digitales para el teletrabajo, para el trabajo colaborativo y la educación a distancia, para obtener servicios en la nube de computación que van desde aplicaciones de software, pasando por infraestructura, Inteligencia Artificial, Internet de las Cosas (IoT, por sus siglas en inglés), ciudades y hogares inteligentes, entre otras, expanden las posibilidades de datificación ‒conversión/cuantificación de la acciones humanas en datos para su registro, almacenamiento y gestión‒ más allá del consumo hasta ahora conocidas con el comercio electrónico y el contenido en el ciberespacio.

.-La contribución de los medios sociales en la datificación de la sociedad ahora permite levantar datos en forma continua del individuo en su campo de relaciones sociales, permitiendo el conocimiento de cómo se estructura socialmente en todo momento, en cualquier lugar, abriendo múltiples posibilidades.

.-Las nuevas plataformas digitales ya no sólo levantan datos para conocer, sino que éstas al convertirse en una dimensión cultural digital alternativa donde se hace vida le permiten a terceros experimentar, explorar y explotar.

¿Qué hacer?

.-Algunos dirán que adaptarse, es el costo que se debe pagar por el inevitable progreso. Surge otra pregunta ¿No será un costo muy alto?

.-Se deberá legislar, deliberar y educar sobre las sutiles formas de extracción de datos personales detrás de estas ofertas tecnológicas. Estas acciones no son mutuamente excluyentes, se pueden combinar desde el terreno, con la práctica, acción-investigación.

.-Crear opciones tecnológicas alternativas donde esta privacidad se garantice.

.-Motivar a buscar y valorar los medios alternativos para interpretar la realidad basados en las vivencias y experiencias, esas que no se pueden objetivar ni datificar y a veces ni verbalizar, pero que están allí y determinan.


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