El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, señaló este martes en la Asamblea General de la ONU que América Latina atraviesa un periodo de “polarización e inestabilidad crecientes” y subrayó que mantener la región como “zona de paz” debe seguir siendo una prioridad.
Lula destacó que el continente «está libre de armas de destrucción masiva y conflictos religiosos o étnicos», pero advirtió que la comparación entre delincuencia y terrorismo es “preocupante”. En su intervención, el mandatario manifestó que la «forma más eficaz de combatir el narcotráfico es mediante la cooperación internacional para reprimir el lavado de dinero y el comercio de armas».
En este sentido, el líder brasileño cuestionó el uso de la «fuerza letal en situaciones que no constituyen un conflicto armado», calificándolo de “ejecución sin juicio”. También alertó sobre las consecuencias humanitarias negativas de intervenciones externas en otras regiones del planeta y afirmó que “el camino al diálogo no se le debe cerrar a Venezuela”.
Lula también abordó la situación de las democracias, destacando que su fortaleza «no se limita a los rituales electorales, sino que depende de la reducción de las desigualdades y la garantía de derechos fundamentales como alimento, seguridad, trabajo, vivienda, educación y salud».
“La democracia falla cuando las mujeres ganan menos que los hombres o mueren a manos de parejas o familiares”, afirmó.
El mandatario agregó que la democracia pierde “cuando cierra sus puertas y culpa a migrantes por los infortunios del mundo”, y advirtió que “la pobreza es tan enemiga de la teocracia como lo es el extremismo”.
Las declaraciones del presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, en la Asamblea General de la ONU se producen en medio de crecientes tensiones entre Estados Unidos y Venezuela.
En las últimas semanas, Washington ha llevado a cabo operaciones militares contra embarcaciones vinculadas al narcotráfico en el Caribe, justificando los ataques como medidas de “legítima defensa” frente a lo que considera «amenazas inminentes para la seguridad nacional».
Estas acciones, que incluyeron la destrucción de narcolanchas en aguas cerca de Venezuela y la muerte de al menos 17 presuntos miembros de grupos «narcoterroristas», han generado una escalada de fricciones diplomáticas entre ambos países.
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